La Ventana
Indiscreta/Rear Window/Fenétre sur cour. Todo un reto para una cena en la
tercera de las sesiones de Can Cufa, cenas temáticas en las que cada pareja de
comensales ha de llevar un plato.
Fue divertido el
proceso de selección de los géneros, también las películas, hemos ido haciendo
ternas y, al final, un sorteo para distribuir película y plato a preparar.
En casa hemos
tenido mucha suerte, nos ha tocado La Ventana Indiscreta para preparar dos
postres.
Digo que hemos
tenido suerte porque si nos hubiera tocado preparar uno de los platos de fuerza
nos hubiera llevado a la ruina porque en una de las escenas iniciales de la
película Lisa Fremont (Grace Kelly) sorprende a su novio impedido en una silla
de ruedas (James Stewart) con una cena traída desde el restaurante favorito de
la pareja (21th club). El 21Th club sigue abierto, en la 21 West 52nd Street, New York, New York 10019
y quien tenga curiosidad por su carta y por su distinguido aspecto aquí tiene
el enlace de la web (https://www.21club.com/)
La cena consistía
en una langosta al horno con patatas fritas. Regada con un exclusivo borgoña
francés, de la zona de Montrachet. Esto dice la selecta wine-searcher sobre las
bodegas de Montrachet: «Le Montrachet is
a grand cru vineyard in the southern Côte de Beaune that is widely considered
to be the world's best for Chardonnay. It is
located on the midslope of the Montrachet hill above the villages of Puligny-
and Chassagne-Montrachet, covering land in both communes. Its wines, considered
the ultimate expression of Chardonnay, are rich and structured and can sell for
thousands of dollars a bottle».
Lo dicho, si nos hubiera tocado preparar los segundos
platos hubiera sido la ruina. Por lo tanto, cuando nos llegó el resultado del
sorteo y vimos que nos había caído en suerte el postre respiramos aliviados.
Una buena opción habría sido la de ir a
la carta del 21Th Club y haber tuneado uno de los postres de la carta, ligaba
perfectamente con el tema de la película y permitía especular con lo que Lisa y
Jeff habrían tomado esa noche de postre después de la langosta y el vino. La
carta incluía el archifamoso Soufle Alaska, pero ese postre obliga a prepararlo
en el acto, mezclando el frio del helado con el calor del merengue recién
cocido.
La Ventana Indiscreta es una película
de Alfred Hitchcock filmada en 1954. Con el paso de los años puede haber
quedado un poco noña, alejada del ritmo infernal de las películas actuales (mis
hijos se quedaron dormidos a los 40 minutos de empezar a verla en casa). Sin
embargo mantiene el encanto del trabajo de un genio, más allá de la trama, más
allá de los protagonistas, la película es un ejercicio de estilo de una
precisión de relojero, en el que los personajes secundarios enganchan más que
los protagonistas.
Hitchcock eligió un
cuentecillo de Cornell Woolrich, un escritor de novela negra que había escrito
algunos guiones de Hollywood que ahora está casi olvidado, que escribió una
leve historia de un periodista que vigila desde su casa a un vecino, y
convierte el cuento en un mosaico de personajes de todos los colores, dibujados
con picardía, personajes que juegan en un patio de vecinos como si fuera la Rue
13 del Percebe.
Hitchcock al
principio pensó rodar en un patio de vecinos de un barrio de Nueva York, en
Greenwich Village, pero al final le permitieron montar el patio en un estudio
de Hollywood, convirtiéndose así en el set de rodaje más grande de la historia
hasta entonces. En ese escenario reprodujo con tal precisión los distintos
apartamentos que todos ellos eran habitables (tenían luz, agua y gas), de modo
que alguno de los actores llegó a residir en el estudio durante la filmación.
Salvo los
protagonistas, el resto de personajes no tienen nombre, sino motes alusivos que
pone el protagonista (Miss Torso, la señorita Corazón Solitario). Hay en la
película bastante de guerra de sexos, en clave de los años ’50, Jeff es un
fotógrafo que ha recorrido medio mundo y se encuentra agobiado, en pleno
verano, con la pierna rota y sin posibilidad de salir del apartamento. Lisa es
una elegante Newyorkina a la que cualquier opción que sea salir de Manhattan le
parece el fin del mundo, está encantada de tener a su novio enclaustrado.
EL protagonista
pasa las horas cotilleando desde la ventana, algo que hoy sería políticamente
incorrecto, incluso delictivo, pero Hitchcock lo cuenta de modo tan ligero que
todos nos identificamos con el periodista mirón.
Con estos mimbres
cualquier postre sería posible, desde helados que mitigaran los calores de
agosto, cualquiera de los postres del 21Th club, incluso con la excusa de que
la película es un ejercicio de estilo, poder ensayar cualquier postre nuevo,
rompedor.
Al final he
preferido jugar con el título, por lo menos con el título en inglés o en
francés (la ventana trasera o la ventana del patio de atrás), supongo que para
los censores españoles de los años ’50 utilizar la palabra trasero era un
anatema absoluto, que podría dar pábulo a cualquier tipo de doble sentido.
Los dos postres que
he preparado tienen ventana trasera, acceso indiscreto. El primero es un
bizcocho de chocolate negro, un brownie escondido dentro de la cáscara de un
huevo, una receta que he recuperado de la Receta para la Felicidad, un blog de
Sandra Mangas que ha desaparecido completamente del mapa virtual, se han
borrado las referencias en google y sólo es posible recuperarlo acudiendo al
libro o buscando otros blogs que tunean la receta.
La segunda receta
es una manzana asada rellena de helado. También hay que horadar la manzana y
esconder en su interior azúcar moreno, licor y, al final, una cucharada de
helado.
Son dos postres que
permiten jugar con el engaño, de hecho su apariencia es totalmente anodina, sin
embargo, su sabor y contraste puede sorprender.
Para los brownies
escondidos en la cáscara de un huevo se necesita una docena de huevos,
preferiblemente grandes y con la cáscara dura. Con ayuda de un sacacorchos hay
que hacer un agujero pequeño, lo justo para que salga la clara y la yema. Se
vacían los 12 huevos, las cáscaras intactas sirven como molde del bizcocho.
Con las claras y
yemas que sobran haré flanes a los niños.
Con sumo cuidado
hay que lavar los huevos por dentro y por fuera, dejarlos en agua fría con
vinagre y una cucharada de bicarbonato para garantizar que queden sin gérmenes.
Una vez lavados se secan con cuidado, dejándolos sobre un paño seco para que
escurran bien.
Dentro de cada una
de las cáscaras, con una manga pastelera, se rellena de masa de brownie, un
bizcocho hecho con 3 huevos, 100 gramos de mantequilla, 90 de harina, 50 gramos
de azúcar y 70 gramos de chocolate fondand deshecho. Se baten primero los
huevos y el azúcar, bien batido hasta que quede esponjoso, después se añade el
chocolate deshecho con la mantequilla y, finalmente la harina tamizada.
Se pasa la mezcla a
una manga pastelera, se pone un poco de aceite en el interior de la cáscara de
cada huevo para engrasarlo y se rellenan las cáscaras (no completas) y se
llevan al horno, a 170º durante 20 minutos (aprox. Hay que estar pendientes de
que el bizcocho cuaje y quede esponjoso).
Se dejan los huevos
enfriando unos minutos, se recorta la parte de bizcocho que sobresale de los
moldes de huevo y se colocan en una huevera ocultando el agujero para que
parezcan huevos crudos.
El segundo postre serán
unas manzanas rellenas. He comprado 6 manzanas reineta, de piel parduzca, se
les quita el pedúnculo y se hace un pequeño hueco en el que se coloca una nuez
de mantequilla, una cucharada de azúcar moreno, un chorro generoso de licor
(tendrían que hacerse con calvados, no sé si podré conseguirlo para el sábado)
y un golpe de canela (o jengibre en polvo). Se colocan en una bandeja alta y se
meten en el horno precalentado a 130º unos 40 minutos (de nuevo hay que hacerlo
con a ojo, porque la manzana no puede quedar muy desecha, tiene que mantener
cierto cuerpo).
Cuando estén asadas
se sacan con cuidado y se guardan en un tupper de paredes altas, añadiendo todo
el caldito de manzana, mantequilla y licor que exuda la manzana.
En el momento de
servir el postre se añade una cucharada de helado (a poder ser de manzana
ácida, sino tendrá que ser un cítrico) en cada manzana. Ponerlas sobre un plato
con un poco de la salsa, que habrá cuajado casi como una gelatina, y una pizca
de crumble de cookies (migas de galleta machacadas).
Con estos dos
postres cumplimos el mandato de can Cufa 3.0, postres indiscretos, postres con
ventana trasera.
Prometo colgar las
fotografías en Instagram, sin hacer trampa.
La entrada,
inevitablemente, tiene que ir acompañada con un cuadro de Edward Hopper, Nueva
York en estado puro.
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