domingo, 1 de noviembre de 2020

Capítulo DLVI.- ¿Habrá que desempolvar el Decamerón?

Creo que me va a tocar desempolvar a Boccaccio, las cifras de contagio siguen subiendo y los hospitales están al borde del colapso. Me quedan todavía 50 cuentos por reseñar, los cincuenta últimos, hubo un momento en el que pensé que podría olvidarse del Decameron, pero se acercan días complicados. Todos hemos encontrado una excusa para salir de casa estos días, siempre hay algo que comprar, un recado pendiente o simplemente dar una vuelta para que los niños no se pongan histéricos, aunque los histéricos terminemos siendo nosotros. Hay miles de personas en la calle empeñadas en tener una razón para pasear, nos ponemos nuestra mascarilla y, con más o menos relajo, nos lanzamos a la calle. El tiempo no ayuda, no hemos instalado en un veroño que a medio día te obliga a ir de manga corta. Hace calor y las terrazas de los bares están cerradas. Cuando nos adentremos en el mes de noviembre y las cosas se compliquen, que se complicarán, tendremos que asumir que las navidades volveremos a pasarlas encerrados, será la única manera de controlar la situación y pensar que, a lo mejor, con un poco de suerte, si el virus se relaja o se encuentra por fin una vacuna, el año 2021 será luminoso y alegre. No creo que tenga mucho sentido buscar culpables. Esta semana una madre joven le decía a su hija que todo esto pasará y que volveremos a pasear por la calle sin estar embozados, sin privarnos de besos y abrazos. Seguro que ese tiempo llegará, no cabe duda, pero toca un otoño/invierno extraño, más agrio de lo que fue la primavera porque ya no nos creemos nada. Y mientras transitamos a un otoño gris y amargo preparo unas lechugas braseadas, una receta tomada de Paul Bocusse, una receta de las que permite transitar de los días soleados al mal tiempo. Se necesitan media docena de cogollos de lechuga, podrían utilizarse lechugas más grandes, pero los cogollos van bien. No hace falta quitarle las hojas más verdes, sólo pasarlas por agua fría para quitar los restos de tierra y rebanar un poquito el tronco de los cogollos, que suele estar oxidado y feo. Ponemos a hervir una olla con tres o cuatro litros de agua y una cucharada generosa de sal. Mientras el agua rompe a hervir sofreímos en una sartén una cebolla cortada en juliana fina, un calabacín en daditos, una zanahoria también en dados y una rama de apio verde. Todo picado fino, con un poco de aceite de oliva y unos taquitos de jamón serrano. No hará falta salar el sofrito, el jamón se ocupa de darle un punto sabroso. Ponemos un poco de pimienta y una pizca de comino (yo siempre tiro del comino para los sofritos). Enciendo el horno para que se caliente, 150º será suficiente. El agua ha empezado a hervir, sumergimos durante 2 o 3 minutos, no más, los cogollos. Es increíble como el calor hace que la lechuga pierda su punto dulce y amargue un poco, como si fuera una verdura de invierno. Saco rápidamente los cogollos escaldados, los escurro bien y los dejo en una bandeja de cristal. El sofrito está ya a punto. Cubro las lechugas con el sofrito. Tapo la bandeja de cristal con papel de aluminio y la meto en el horno, 20 minutos cubierta para que las verduras terminen de cocinarse con sus propios jugos. A los 20 minutos saco la bandeja del horno, remuevo un poco y añado un vaso grande de caldo de pollo (de verdura también sirve). Programo el horno otros 20 minutos, esta vez al descubierto para que se evapore bien y se tuesten ligeramente las hojas exteriores de los cogollos. El plato puede ir directamente a la mesa. En una receta que transcribí en 2012 le espolvoreaba a un plato parecido un poco de queso parmesano, esta vez le pongo pecorino, pero podría tomarse sin aditamento alguno. Sirve igual como guarnición para un guiso de carne que para un primer plato. Cocinar me alegra el día, me permite pensar que nada es irreparable. Elvis Costello, que ha cumplido ya 66 años, acaba de editar un nuevo disco, a lo mejor no está todo perdido, quien sabe si los 50 relatos pendientes de Boccaccio pueden quedar en el olvido. Nunca se sabe. Pincho un cuadro de Theo Van Rysselberghe, no sé si se podrá ver bien, engancho el enlace por si las moscas. No queda muy lejos de Sorolla, tal vez menos luminoso, pero está bien, muy del mes de octubre. EL cuadro se titula Tarde de Verano (http://es.buypopart.com/BuyPopArt.nsf/A?Open&A=8YE3TF). Conviene no desanimarse. http://es.buypopart.com/Art.nsf/O/8YE3TF/$File/Theo-Van-Rysselberghe-_Summer-Afternoon-also-known-as-Apres-Midi-d_ete-_.JPG

2 comentarios:

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