domingo, 2 de octubre de 2011

CAP:LXVI.- Appel, apel & Appel. Inspiración y transpiración en el primer fin de semana de octubre.

Primer fin de semana de octubre, ayer sábado teníamos invitados en casa, comensales exigentes que tenían pendiente venir a casa desde hace tiempo. Cuando hicimos la invitaciones pensábamos que habría empezado el frio y que podría ensayar recetas de otoño.
Mi mujer, casi como un juego, me proponía organizar una octoberfest, aunque al final el calor y la contundencia de la comida alemana me hicieron desistir.
Poco a poco voy ganando destreza con el mac, ya he hecho alguna entrada manejando sólo el ordenador y el Ipad. Este sería el primer Appel.
El segundo apel tiene que ver con los guisos de otoñales, yo suelo utilizar mucho las manzanas, sobre todo en los meses en los que comienza el mal tiempo.
El tercer Appel, Karel Appel, pintor expresionistas holandés fallecido en el 2006. Un Appel rompedor y luminoso, como estos sorprendrentes días de finales de septiembre.
Durante la semana adelanté algunos preparados pero hasta ayer a las seis de la tarde no me puse de lleno a cocinar. Dicen que para escribir una novela debe aplicarse un 10% de inspiración y un 90% de transpiració; si eso es así en la literatura en la cocina ese porcentaje no es una metáfora sino una realidad, sobre todo cuando el termómetro ronda los 30º durante todo el día.
Como decía a las seis de la tarde puse un disco de Lou Reed a todo trapo y a los sones del Perfect Day empecé a cocinar, sudando como un pollo y con el agobio de que en solo tres horas había que cerrar todos los platos del menú, bañar y dar de cenar a los niños y preparar la mesa.
Como la cena tenía reminiscencias del octoberfest abrimos la cena con unas cervezas, las Inedit de Estrella.
De aperitivo monté dos pequeños tartare de pescado, el primero de boquerones en vinagre con fresas y cebolla morada. En cada cuchara de tartar escondí una aceituna de Kalamata.
El segundo tártaro era de lomos de salmón en aceite con naranja, alcaparras y cebolleta. Para esta cucharada utilicé unas aceitunas de Thasos.
Las aceitunas negras griegas tienen la virtud de condensar el sabor de los campos que han escuchado a Homero.
Después de los aperitivos preparé un salmorejo aliñado con hebras de bacalao desalado, bacalao para escaixar.
Siguiendo con la evocación germana después del salmorejo vino un apelstrudel salado a base de manzanas, espinacas, cebolla, nueces y piñones aderezados con pimienta, nuez moscada, una pizca de comino y otra  de curry.
Con los primeros abrimos una botella de Enate, uva Gewürztraminer, un blanco afrutado y fresco.
El sábado por la mañana en el mercado encontré tomates "corazón de buey", seguramente los más sabrosos, los corté en finas lonchas - como si fuera un carpaccio -, con un poco de sal de maldón, vinagre balsámico, aceite y unas virutas de parmesano.
Con los tomates cambié a tinto, primero un priorato de Mas Perinet, Merit (año 2007), después a un reserva clásico de Viña Ardanza.
Én esa zona intermedia de la cena preparé unos bocados con masa fina de pizza a base de mostaza de Dijon, laminas de manzana y azucar, los pasé unos minutos por el horno para que se endureciera la masa y confitara un poco la manzana, justo antes de servirlo, todavía en caliente, lo cubrí con unas láminas de foie de oca que se deshicieron al contactar con el calor.
Una nueva ensalada - esta vez verde con un variado de lechugas y hojas de espinaca - con unos taquitos de queso cheddar.
El último de los platos fue el rosbif con unas verduras al vapor.
De postre un sobrio tiramisú cortito de azucar y largo de licor.
Si empecé la tarde con Lou Reed y su Perfect Day, la noche la cerramos con Ornella Vanini y Ginno Paoli, a lo grande.

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