NUNCA CONFIES EN UN COCINERO ITALIANO
DELGADO.
Así se titula el libro de cocina de Massimo
Bottura editado por Phaidon en el año 2014. Tenía tantas ganas de tenerlo que
lo compré en inglés hace un año, he visto hace poco la edición española
respetando el formato y fotografías originales. Yo sigo con mi versión en inglés
(Never thrust a skinny italian chef).
Desde el pasado 13 de junio el restaurante de
Bottura – Osteria Francescana – el mejor restaurante del mundo, según la
crítica especializada. Lleva años rondando los primeros puestos de modo discreto,
como quien no quería la cosa, mientras se batían los nomas, los celleres y los
bullis.
Un amigo italiano ha colgado en Facebook una
nota en la que pone, por fin el premio al mejor restaurante del mundo en el país
donde se come mejor en el mundo, probablemente tenga razón.
El pasado día 1 de junio intenté, en vano,
reservar una mesa para el día de mi cumpleaños, tenía el pálpito de que Bottura
triunfaría este año. Llevo tiempo planeando un viaje a Módena para probar sus
tagliatelle con ragú, por lo visto su plato estrella. Me temo que mi aventura
italiana se demorará, ahora será imposible conseguir mesa.
Bottura es un defensor de la cocina italiana
tradicional, tradicional pero convertida en un juego pop, en una provocación
para la vista, para el olfato. Cuando uno ve la foto de los tagliatelle con
ragú piensa que podrían servírselos en la trattoria de la esquina de su casa,
porque ahora en cada esquina de cada ciudad del mundo hay una pizzería o una
trattoria, en eso, como en otras muchas cosas, los italianos son unos
campeones, hay más restaurantes en mi barrio en Barcelona que seguramente en
Roma.
Apuro una cerveza antes de atreverme a
escribir lo que voy a escribir. De hecho, me estoy tomando dos cervezas a la
vez, dos Moritz mezcladas, la primera una Moritz normal, la segunda una Moritz
Epidor, ligeramente malteada. La combinación de ambas una delicia.
Cerveza helada con el estómago vacío,
rápidamente llega la ceremonia de desinhibición, tras los primeros sorbos podría
escribir casi cualquier cosa sin ningún tipo de cortapisa o barrera.
Lo dicho, me atrevo a escribir que toca mucho
la «pera» tener que estar peleándome para obtener una de las 12 mesas que tiene
la dichosa Ostería, pegarme en la red con jodidos foodies de medio mundo que, a
partir de esta semana, tendrán los mismos objetivos que yo: tomarse el ragú con
pasta, el risotto con caccio e pepe y la lasagna, estar dispuesto a pagar casi
200 euros por probar un menú cerrado en un minúsculo restaurante de Módena. Lo
hice en su día por El Bulli, después por el Celler.
Estos dispendios en el raquítico sueldo de un
funcionario son complicados, yo voy reservando en una caja los billetes de
cinco euros para poder ahorrar y evitar así que cuando consiga la reserva no se
produzca un descalabro en mi economía doméstica.
Lo dicho me toca soberanamente la pera esta
apuesta por la exclusividad absoluta, una exclusividad que, en este caso, no
pasa por la sofisticación sino por la recuperación de sabores básicos de la
cocina europea. Y me toca soberanamente la pera porque pese a todos mis pesares
sé que cada día uno de cada mes, cuando se abre la reserva del restaurante,
intentaré hacer la reserva pese a que el sentido común me recuerda que puede
que sea una solemne tontería.
En todo caso pongo en común la receta del
ragú de Bottura, el plato por el que ha pasado a la pequeña historia de la
gastronomía.
Traduzco libremente del inglés.
Ingredientes del ragú:
Una cebolla amarilla cortada en dados.
Una zanahoria cortada en dados.
Un tallo de apio cortado en dados.
Tres gramos de aceite de oliva extra virgen.
Dos hojas de laurel seco.
Una ramita de romero.
Cien gramos de tuétano (aquí debe estar uno
de los secretos), imagino que se trata de tuétano de hueso de ternera.
Cincuenta gramos de panceta ahumada en dados.
Cien gramos de carne de salchicha (imagino que
debe ser de magro de cerdo)
Doscientos gramos de ternera (morcillo
seguramente)
Cien gramos de lengua de ternera.
Cien gramos de carrillera de ternera (por
aquí adivino yo otro de los trucos)
Cien gramos de tomates cherry confitados y
cortados por la mitad.
Ochenta gramos de vino blanco.
Dos gramos y medio de concentrado de pollo.
Cinco gramos de sal marina.
Un gramo de pimienta negra.
La receta empieza haciendo un sofrito clásico
rehogando la cebolla, la zanahoria, el apio con el aceite de oliva, a fuego muy
suave (gently dice la versión inglesa, dulcemente, despacio, con ternura).
Cuando la cebolla quede transparente pasar el
sofrito a una sartén de acero inoxidable y allí añadir el laurel y el romero.
Se blanquea el hueso para extraer el tuétano
(se escalda en agua hirviendo y se seca bien cuando haya hervido, hay que
cuidar que el hueso quede bien seco – supongo que en España un hueso de caña
con buen tuétano puede ir bien).
Hay que pasar los dados de panceta por una sartén,
no hace falta añadir grasa ya que la panceta va deshaciendo la grasa, el
secreto es que el fuego sea suave. Se añade la carne magra de cerdo (la salchicha)
y se rehoga hasta que se tueste. Se elimina el exceso de grasa y se añaden el
resto de piezas de carne y el tomate cherry.
Se rehoga bien y se añade el vino, que se
deja a fuego suave mientras evapora el líquido. Se remueve bien y se añade a la
verdura sofrita.
Bottura deja confitando todo el guiso al
vacío durante 24 horas a 63 grados. Para esta parte del guiso en las casas no
hay muchas alternativas, a lo sumo el truco de meter el sofrito en una bolsa de
plástico zip, conseguir el vacío y dejar que cueza al mínimo de fuego.
Tras las 24 horas se abre la bolsa y se
separa el líquido y el sólido. La parte líquida se reduce a la mitad a fuego
suave.
La parte sólida se pica bien con un cuchillo,
se mezcla con el líquido reducido.
Se cuece la pasta – los tagliatelle – en agua
con el extracto o concentrado de pollo, 90 segundos si es pasta fresca, se
escurre hasta comprobar que se queda bien seca y luego se añade al ragú un par
de minutos, para que tome el sabor del ragú, se añade sal y pimienta y directo
a la mesa.
Como acompañamiento seguro que un vino tino
del véneto irá estupendo.
Si tengo la paciencia y la suerte de
conseguir reserva en los próximos meses iré a ver una última cena de El Greco
al museo nacional de Bolonia, los colores de esta última cena no son muy
lejanos a los de la cocina de Bottura.
Menú entretenido de hacer, con cantidad de ingredientes y con una pinta estupenda, admiro que con todo lo que haces al cabo del día aún tengas ganas de meterte en la cocina, ¿de quién lo has heredado? Felicidades por el día de ayer, pensé en todos mucho. Jubi
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