Hay
temporadas a las que no abandonan las musas, cuesta escribir y, lo que resulta más
preocupante, cuesta encontrar recetas nuevas.
Decía Picasso
que mejor que la inspiración te coja trabajando, así que, tras varios días con
dudas, me he puesto delante de la pantalla de ordenador a la espera de la
inspiración. Recuerdo una vieja canción de Serrat que hablaba de esas crisis de
creatividad (https://www.youtube.com/watch?v=7XiYsetNzcg)
y las musas que se van de vacaciones.
Parece
que el mes de agosto te llene la cabeza de ideas y de proyectos nuevos, pero
cuando regresas a las rutinas casi todo se diluye, supongo que es lo que llaman
vuelta a la normalidad.
Cocinar
no deja de ser una rutina y, como todas las rutinas, puede terminar haciéndose
mecánicamente. He estado leyendo cosas sobre cocina, en concreto, sobre la
cúrcuma (una de las maneras de disimular la falta de inspiración es buscar
productos exóticos). Todas las webs que he consultado dan la misma información,
copias literales en la mayoría de los casos. En estos tiempos en los que todo
el mundo habla de plagios y de pocos esfuerzos intelectuales, en tiempos del
corta y pega, de la Wikipedia y los rastreos por internet, estas prácticas son
habituales y, hasta ahora, poco sancionadas. Quien no recuerda a un amigo que te
haya tomado el pelo por haberte dedicado a estudiar en vez de hacer un
socorrido fusilamiento de un texto anterior, por descontado, sin citar las
fuentes. Así se ha construido una parte importante del prestigio de muchas
personas influyentes en este país.
Llevo
años usando la cúrcuma para cocinar, al principio lo hacía de modo inconsciente
(la cúrcuma es el ingrediente esencial del colorante de paellas, forma parte
también de casi todos los curris que venden envasados). Hace ya unos meses que
la compro a granel, normalmente en polvo, aunque alguna vez he comprado el
rizoma.
La cúrcuma
tiene un punto amargo y picante que le da profundidad y color a los guisos.
Una de
las cosas que he aprendido de mi deambular es que la cúrcuma aunque tiene
origen oriental (Polinesia), sin embargo, se da bien en el clima mediterráneo,
sobre todo en la costa más húmeda y cálida. La cúrcuma es un rizoma, una raíz similar
al jengibre, que normalmente se consume seca y en polvo, aunque cada vez se ven
más los tubérculos frescos en las fruterías, aunque es un poco cara.
Después
de darle muchas vueltas, al final he decidido hacer una receta mestiza,
mezclando productos extraños y técnicas propias.
Para
arrancar, necesito tres pechugas de pollo cortadas en filetes, para hacer unas
tiras. Las salpimentó y las adobo con una pizca de cúrcuma y una pizca de
comino en polvo.
Pongo
en el wok un poco de mantequilla (150 gramos) a fuego muy suave, con un chorro
de aceite. En cuanto se deshace la mantequilla voy sofriendo con la llama al
mínimo las tiras de pollo. Las paso por la sartén y las reservo en una bandeja.
Enseguida la grasa se tinta de un naranja intenso. Apago el fuego después de
terminar de sofreír las pechugas, en esa grasa haré la salsa de el guiso.
En un
mortero rallo una pizca de cúrcuma fresca, una pizca es un trocito más pequeño
que la uña de mi dedo meñique, pelo y rallo también otra pizca de jengibre, una
guindilla, una cucharadita de café de semillas de comino, un diente de ajo, una
pizca de sal y un puñado de anacardos. Hay que majarlo bien hasta que quede una
pasta rojiza, una especie de curri que servirá de base para el guiso.
Es
hora de encender de nuevo el wok, dejar que tome un poco de temperatura la
mantequilla deshecha. Rectificar con un poco de aceite de oliva. Picar una
cebolla en juliana fina y rehogarla sin que se tueste. Cuando la cebolla esté
atontada se añade la pasta de especias machacada y se diluye en la grasa para
que tome color, dicen que las especias se potencian mucho cuando se rehogan un
poco.
Toca
ahora añadir las tiras de pollo para que terminen de guisarse, un vasito de
agua o de caldo suave de pollo y un yogurt griego. Se mezcla todo bien hasta
que quede una salsa cremosa (el yogurt suaviza mucho el picante y le da un
toque untoso al guiso). No hace falta que cueza mucho, han de quedar las tiras
de pechuga bien empapadas de la salsa entre rojiza y anaranjada. Se apaga el
fuego y se deja reposar unos minutos.
El
guiso puede servirse con un poco de arroz basmati previamente hervido y condimentado
con comino.
Para
acompañar el plato, además de la canción de Serrat sobre la falta de
inspiración, un cuadro de Rothko, tan espiritual como monótono, igual que una
mañana de sábado nublada de septiembre. Los naranjas, rojos y amarillos de
Rothko encajan muy bien con una receta que use y espero que no abuse de la
cúrcuma (no hay que abusar de ella, con una cucharadita de café es suficiente).
Creo que nunca he probado nada que lleve cúrcuma, pero he comido por primera vez unas "patatas a la importancia" en una boda "muy peculiar" como aperitivo, imaginaros como fue el resto del menú "contundente". Jubi
ResponderEliminar