Hace poco más de 4
meses hice una entrada sobre la tortilla de patatas (https://undiletanteenlacocina.blogspot.com/2018/10/capitulo-cdlviii-tortilla-de-patatas.htm),
estaba en plena galipandria y me vino bien escribir sobre una receta sencilla.
Esta semana he vuelto
a reencontrarme con la tortilla, no con la galipandria (la gripe de este año
viene muy dura y, de momento, me voy salvando). La televisión está tan cansina,
los telediarios son tan monotemáticos que el Canal Cocina es la mejor
alternativa de ocio, la mejor alternativa a las noticias.
Dentro de los
distintos tipos de tortillas la de Betanzos es la que más me hipnotizaba, nunca
me he atrevido a hacer esta tortilla babosa que parece que vaya a quebrarse con
el mínimo movimiento.
El pasado lunes, a
mediodía, en un programa de trotamundos por Galicia, el presentador se daba un
paseo por las calles de Betanzos, buscando un restaurante popular que llevaba
años haciendo tortillas. El dueño en cuatro pinceladas desentrañó los misterios.
Lo primero y principal, que el género sea bueno (patatas Quenebec, que son las
patatas gallegas de toda la vida, los huevos frescos).
Esta tarde, hace una
hora, he hecho la tortilla. 3 patatas Quenebec, del tamaño de un puño, seis huevos
de gallinas felices.
He pelado las patatas
y las he cortado en rodajas, ni finas, ni gruesas, rodajas irregulares en grosor
y tamaño. Las he puesto a freír en aceite de oliva suave. Mientras las patatas
se freían he cascado los seis huevos en un bol grande, sin batir. Le he puesto
a los huevos una pizca de sal, generosa.
He dado tres o cuatro
vueltas a las patatas, para que se hagan bien por todas partes, una más
doradas, otras más blandas.
Hechas las patatas,
las he escurrido bien y las he puesto directamente en el bol de los huevos,
todavía calientes. Con ayuda de una espátula de madera he mezclado bien las
patatas con los huevos, partiendo algunas rodajas. He dejado que durante 10 ó
15 minutos las patatas se pringuen bien y los huevos empiecen a cuajar.
He engrasado una sartén
no muy grande (para que la tortilla salga alta), a fuego suave. He volcado las
patatas y el huevo en la sartén, cuidando que no estuviera muy caliente. Dos
minutos para que se cuaje uno de los lados, con ayuda de un plato le he dado
media vuelta para cuajarla por el otro lado, poco más de un minuto, sin llegar
a dos, ayudándome con la espátula para que la tortilla terminara de formarse en
un oval perfecto y brillante.
Directa a la mesa
para hacer un corte de bisturí y ver como se desparrama el huevo, como fluye
suavemente, de un naranja intenso y denso, pringando la patata. Como una cama
deshecha, con el cuadro de Delacroix. La fotografía en instragram.
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