El próximo viernes vienen unos amigos a
cenar, me hace mucha ilusión porque llevo meses sin darle en serio a los
fogones; además el diletante amplia plantilla ya que dos de los invitados
tendrán su primer contacto con los rigores de la diletancia.
Mientras llega el viernes yo de momento
sigo con mis follones, de momento en 5 días he tenido que ir dos veces a
Salamanca con el aliciente de una huelga de Iberia que ha eliminado los vuelos
directos, por lo que de los cinco días he pasado 30 horas entre trenes, aviones
y autobuses.
Ventajas, durante estas 30 horas me ha dado
tiempo de leer prácticamente de todo, incluida una estupenda novela de un amigo
ambientada en Valladolid a principios del siglo XVII. He comido de maravilla en
Salamanca y al enseñarme la biblioteca en una visita privada me han enseñado
los preservativos que escondían los frailes en el XVIII en los breviarios y misales.
La carne es débil, gracias a dios.
El problema fundamental ha sido que para
hacer planificar la cena prácticamente de memoria. Aseguran que tengo buena
memoria, yo no lo tengo tan claro. Creo que tengo una memoria bastante vistosa
pero muy caprichosa. Uno termina por domesticar la memoria y llevarla a donde
uno quiere.
Yo he conseguido llevarme bien con mi
memoria y jugar con ella. Hasta ahora cada vez que he escrito una receta en el
blog he comprobado los pasos o medidas en algún libro, esta va a ser la primera
vez que escribo una receta de memoria, sin el complemento de ningún papel. No
adelanto ninguno de los platos del viernes.
Compré en la carnicería la semana pasada
una cola de carne de morcillo, el resto de una pieza grande, en Cataluña al
morcillo le llaman “Tall que es pela”.
El morcillo es una carne muy melosa, especialmente buena para estofados.
La pieza que tenía despistada la carnicera
pesaba poco más de medio kilo, me lo partieron en daditos de tres centímetros
de ancho por cinco de largo – más o menos -. Los pasé por harina y pimienta, no
me gusta salar la carne antes de rehogarla porque dicen que pierden más rápido
el líquido y quedan duras, manías de viejo.
Rehogué la carne con un poco de aceite en
la olla express, lo justo para que se tostara un poquito. La retiré y en el
mismo aceite rehogué una cebolla entera picada y una zanahoria, a fuego suave
con tres dientes de ajo, pimienta negra molida, una pizca de comino, otra de
mostaza en polvo, jengibre en polvo también, laurel, cardamomo y cominos – bien
mirado hice casi un curry casero.
Cuando la cebolla estaba pochada añadí un
chorrito de vino blanco y dos vasos de agua, subí un poco el fuego y devolví la
carne a la olla, cerré la tapa y dejé que subieran dos de las muescas de la
válvula. Luego bajé el fuego al mínimo y lo dejé cinco minutos más.
Ya estaba hecho el estofado de memoria.
Mientras la carne se guisaba corté cuatro patatas en daditos para hacerlas
fritas. Una comida casi de colegio, estofado con patatas.
Puestos a hablar y a tratar de la memoria,
el cuadro es una memoria de Venecia pintada por Howard Beer, un pintor inglés.
Una imagen tan difuminada como mi memoria.
Diletante, yo también he hecho esa visita privada a la Biblioteca. Con algún incunable incluido.
ResponderEliminarTambién he comido alli estupendamente y he tomado el mejor gintonic de mi vida. En un coctelería, de la que no se el nombre pero puedo preguntarlo, en que el barman depositaba los hielos uno a uno en el interior de la copa de balón. Espectacular la ceremonia y el resultado el mejor que he probado. Y eso que la ginebra era normalita,que yo con un Beefeater me conformo.
Me gusta este plato, no para mi, pero si para hacerlo en casa. Seguro que les gusta.
Por cierto, hoy te he visto de lejos tirando de una maletita minúscula :-)
LSC
Tu estofado de morcillo que hoy nos presentas me ha recordado al que yo hacía hace muchos años y que hubo quien bautizó a ese plato por el de "carne de burro con sabor a menta", claro, que tu estofado mucho más cuidado y elaborado que el que yo hacía. Salamanca me gustó mucho las poquitas veces que fuí y es un sitio donde siempre hay algo que descubrir.Jubi
ResponderEliminarSi tienes que volver por la Charrería, dímelo y organizamos un
ResponderEliminarPaladar para que mis tías te alimenten. El recuerdo de tales sesiones ha quedado grabado en mi memoria como las comidas más sabrosas y delirantemente abundantes que he vivido. Y te podrán enseñar más recovecos de la ciudad. Besos.