En el año de nuestro señor de dos mil
quince – empiezo mi crónica como empezaban los misioneros jesuitas de los
siglos XV y XVI -. Llevamos ya veintidós días del mes de enero y conviene darle
un vistazo a las previsiones del año.
Acabo de llegar a Tenerife, mañana regreso
a casa, apenas estaré unas horas en la ciudad. He probado el menú degustación
del hotel – pinturero pero tramposo sobre todo con el plato de carne – y mañana
me llevan al Kazam, un japonés que acaba de conseguir una estrella Michelín. No
es mi objetivo hacer críticas de los restaurantes de Tenerife aunque la verdad
es que he comido varias veces en este japonés y es una pasada.
El año 2015 vendrá marcado por mi cincuenta
cumpleaños, la manía de celebrar las fechas redondas supedita parte de la
programación del año porque quiero pasar mi aniversario en Nueva York,
aprovechar para viajar por Estados Unidos. Eso será en agosto/septiembre, antes
tengo que ir a Luxemburgo, para un tribunal de tesis doctoral; a Roma, donde mi
hija mayor empieza un Erasmus, ahora estoy en Tenerife, la semana que viene he
de viajar a Madrid y a la siguiente a Bilbao; en abril me han invitado a un
congreso en Granada.
El martes pasado empecé a darle vueltas a
esta entrada, estaba cocinando a tres fogones unos canelones de pollo: En el
primer fogón puse a hervir agua para las placas de pasta; en el segundo fogón
rehogué con un poco de aceite de oliva media cebolla, dos zanahorias, 200
gramos de tacos de jamón picados finos y los restos de un pollo asado – una
pechuga, las alas y los girones de carne que quedaron en los huesos de la
carcasa -, lo piqué todo muy fino con una pizca de sal, otra de pimienta y nuez
moscada. En el tercer fogón puse 100 gramos de mantequilla, un chorrito de
aceite, sal, pimienta, nuez moscada y una cucharada de harina que tosté en la
mantequilla para preparar la bechamel. El agua hirviendo iba con un puñado de
sal, el rehogado del pollo iba a fuego muy suave y con la bechamel fui
añadiendo poco a poco la leche para trabar la crema.
En 10 minutos estaban hervidas las placas
de pasta, las enfrié y escurrí sobre un paño seco.
Puse un poco de salsa bechamel en la farsa
del pollo y el jamón, para que ganara consistencia, dejé que se enfriara un
poco antes de formar los canelones.
Formé los canelones – dos docenas – y los
fui colocando en una bandeja previamente engrasada con mantequilla. Cubrí todo
con la bechamel y espolvoreé queso Emmental rallado para que se gratinara bien
en el horno.
De nuevo regresé a mi planificación
semestral. Como en agosto seguramente estaré fuera de España y será complicado
atender el blog, he pensado adelantar la novelilla gastronómica de la temporada
y escribirla durante los próximos meses. A ver qué tal sale.
De momento adelanto el título: Pequeña
muerte por chocolate.
El pintor que acompañará a la serie de la
pequeña muerte es Leonard Wren, un paisajista estadounidense que ha viajado por
Europa y se ha dedicado a pintar terrazas.
Después de cenar y "hacer mis deberes nocturnos" he vito tu nueva entrada y me has dejado agotada con los viajes proyectados para este año que segura estoy de lo que vais a disfrutar. ¡¡¡Cómo han pasado de rápidos 50 años¡¡¡ Hace mucho decidí vivir el presente y no pensar en lo que hice ayer, tampoco hacer planes de futuro, trato de disfrutar el día a día y entretener mi mente con las chorradas diarias y aseguro que me va bien. No conocía al pintor que nos ilustrará tu blog, pero enseguida me meto en Google y pasaré un buen rato. Jubi
ResponderEliminar