Las navidades y sus factores colaterales me
han mantenido atascado durante varios días; han sido días de mucho follón en
los que no siempre es posible encontrar un poco de paz para escribir unas
líneas.
En la última receta del año pasado utilicé
castañas pilongas para rellenar un capón, a raíz de aquella receta estuve
buscando alguna receta que tuviera como centro de gravedad las castañas; en
España hay muchas castañas, sin embargo el uso en cocina se reduce a los
dulces, algún puré y como base para rellenos. He revisado algunos recetarios
clásicos y aparecen pocas recetas que giren en torno a la castaña, por eso he
tenido que buscar refugio en recetarios franceses.
La receta en la que llevo trabajando varios
días es complicada, no sé si realmente merece la pena meterse en grandes líos,
el inicio está en una receta de Ducasse, aunque las recetas de Ducasse siempre
se complican innecesariamente, por lo menos innecesariamente para lo que suelen
ser las cocinas domésticas.
Se trata de una pasta rellena en la que las
castañas sirven para preparar la pasta, no el relleno. La base de la pasta es
una harina de castañas, una masa que se forma utilizando 200 gramos de harina
de trigo y 200 gramos de harina de castañas, ligado con cuatro huevos.
La harina de castañas se hace a base de
castañas que han de secarse al horno sin que se tuesten – a 120 grados durante
varias horas -, aunque se puede hacer también con castañas pilongas – castañas secas
-. Hay que picarlas con un molinillo de café y pasarlas por un colador de malla
fina.
Primero se mezclan las dos harinas
tamizándolas y formando un pequeño volcán. Se van cascando los huevos y se va
amasando la pasta hasta que se forme una bola homogénea. Una vez se ha hecho la
bola compacta se deja reposar durante 40 minutos en un lugar templado, cubierta
con un paño húmedo.
La harina de castaña es de aspecto un poco
más pardo que la harina norma, de sabor dulzón y paladar aterciopelado. No he
encontrado ningún sito en el que vendan harina de castañas.
Sobre una mesa de mármol amplia se esparce
un poco de harina de trigo para que no se pegue la masa. Se va extendiendo con
un rodillo hasta que quede una lámina de masa de un milímetro. Con ayuda de un
vaso se forman discos de pasta de unos 8 centímetros de diámetro.
Se trata de formar unos raviolis de forma
redonda – cappellettis – que rellenan con una farsa hecha a base de mollejas de ternera cortadas en
daditos, 10 castañas asadas, peladas y cortadas en láminas, mantequilla, una
chalota cortada en juliana muy fina. Se rehogan los ingredientes y se remojan
con un poco de caldo de carne y unos daditos de hígado de pato, una pizca de
pimienta y un poco de perejil fresco picado.
Se rehoga la farsa a fuego muy lento hasta
que queda una masa de carne homogénea y pegajosa.
Con ayuda de una cucharilla se pone un
poquito de la farsa en el centro de uno de los cappellettis, se coloca otro
disco encima y sella cada cappelletti con ayuda de un tenedor; tienen que
sellarse muy bien, no pueden desmontarse ni abrirse.
Se dejan secar durante una hora los
cappellettis ya rellenos antes de darles un hervor. Se pasan por una olla llena
de agua hirviendo con una pizca de sal, en cuanto flotan en la superficie se
retiran y se escurren.
Se llevan a la mesa calientes, ligados con
un poco de mantequilla.
Ducasse completa la receta con ralladura de
trufa del Piamonte. Yo no llego tan lejos, creo que una poquito de parmesano recién
rallado le puede ir muy bien.
Como cuadro de acompañamiento
un bodegón de castañas de Chardín – no he podido encontrar bodegones españoles
con castañas.
Espectaculares los capeletis! Me ha encantado la receta. No le hubieras añadido al relleno un poco de fungi porcini? Por la temporada les iría bien ir juntas. La molleja debe dar una suavidad inusitada. Gracias. Rm
ResponderEliminarYa echaba en falta tu nueva entrada en este año en el que muchos ponemos todas nuestras esperanzas yo creo que el 15 nos va a traer suerte. Esos capelletis tienen que estar buenísimos, a mi lo que me gusta muchísimo son los "marrón glaçe". Jubi
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