Hace
unos días cerré el ciclo de Andrés Baztán, un ciclo que se me complicó sin
querer. Con la excusa de Andrés Baztán del Campo quería escribir sobre las
sombras de la heroicidad. La idea era contar la historia de un policía
gravemente enfermo, con un pasado glorioso, que se involucra por casualidad con
un atentado terrorista, recordaba el suceso de Niza de hacía unos meses y
empecé a fabular con la posibilidad de que una red islamista quisiera estrellar
un autocar lleno de turistas contra el museo del Prado.
Cuando
la narración había arrancado, llevaba ya varios capítulos, ocurrió el atentado
en las Ramblas, el 17 de agosto. Aquel suceso me dejó bastante tocado, estábamos
de vacaciones en Grecia, en la playa, las noticias fueron llegando con
cuentagotas y, a medida que conocíamos más detalles, el horror era mayor. Aquella
circunstancia me obligó a cambiar la perspectiva del relato, no podía ser una
mera ficción, una especulación sin coste. Estuve a punto de dejar a medidas el
relato (no es el primero que dejo colgado), tras algunas dudas que imagino que
se reflejaran en el texto, decidí continuar, aunque dándole una orientación
distinta, más cercana a un relato sobre la frustración y el destino. El pobre
Andres fracasaba de nuevo como héroe.
Otro
hilo argumental, el referido a las Meninas, nació de una vieja obsesión por el
cuadro, he leído mucho acerca de las Meninas, desde hace años, siempre que paso
por el Museo intento verla y, de hecho, este mes de noviembre fui con los niños
para que vieran el cuadro, en aquella ocasión me pareció más pequeño de lo que
recordaba la última vez que lo vi, puede que el relato lo hubiera magnificado.
Ha sido especialmente útil un libro del profesor Ximo Company, centrado en el
placer de ver los cuadros de Velázquez. He aprendido mucho estos meses de
investigación, aunque luego el texto final no refleje todo lo aprendido.
La
excusa de la pimienta, de las pimientas, tiene que ver con la apertura cerca de
casa de una tienda de especias, Casa Ruiz (https://casaruizgranel.com/),
a lo largo de estos meses he probado una treintena larga de especias, he
escrito sólo sobre la mitad de ellas. Todo un mundo, toda una experiencia.
Tengo pendientes dos libros sobre especias que espero que ayuden a completar la
formación.
El
ciclo de Andrés Baztán, con todas sus dificultades, me ha resultado
especialmente útil para no tener que hablar o escribir sobre Barcelona,
Cataluña y España. Vaya tiempos nos ha tocado vivir, cuanto sinsentido. He
escrito sobre el conflicto/los conflictos en otros foros, más como desahogo que
con otra finalidad. Hay que tomar distancias y las cuitas del pobre Baztán han
sido una buena excusa. Como no tiene pinta de enderezarse el asunto (aunque
haya menos tensión) seguro que al diletante le toca escribir sobre la cocina
del procès.
Estos
meses han sido especialmente útiles, he viajado mucho (Grecia, Alemania,
Thailandia), he tenido nuevas experiencias gastronómicas, he ido a algún taller
de cocina y he aumentado mi biblioteca con algún ejemplar. Tiempo habrá para
escribir sobre cocinas y platos exóticos.
He
seguido cocinando en casa, experiencias sumamente divertidas, he indagado, sin
mucho éxito, en otras redes sociales y he cargado pilas para los próximos
meses, justo ahora que el Diletante cumple siete años, empieza a acercarse a
los quinientos capítulos y ha recibido casi 170.000 visitas (supongo que muchas
de ellas motores robóticos ya que el ciclo de Baztán ha disparado las visitas
de los países más exóticos – especialmente Rusia -), no sé si piensan que mi
blog es un nido de fake news.
Hay
muchas recetas en el archivador, he empezado a sistematizar las que llevo
escritas y espero gestionarlas en breve en una hoja exel.
Para
cerrar esta entrega una recetilla fácil, la hice ayer, gracias a mi nueva
relación con el wok, un regalo de reyes. Estoy intentando domesticar la cocina asiática
y encajarla en mi día a día, sin tener que partirme la cabeza buscando ingredientes
imposibles.
Ayer
preparé un wok de pulpo, endivias y cebolla (en términos manchegos una sartenada).
Para
mi wok/sartenada puse el wok sobre un fuego medio, puse un chorrito de aceite
de girasol, un reguero alrededor de la sartén para engrasarla.
En el
wok la temperatura sube muy rápido, casi no hay tiempo para picar las verduras.
Pelé y
piqué en juliana una cebolla hermosa. Puse la cebolla a rehogar. Mientras
empezaba a chisporrotear limpié dos endivias que se estaban pochando en la
cocina, quité las hojas feas y las piqué en trozos no muy pequeños. Añadí las
endivias a la cebolla, fui agitando la sartén para que la verdura se fuera
atontando. Añadí una pizca de sal, un poco de pimienta en grano y unos granos
de comino. Dejé que todo se pochara antes de incorporar una pata de pulpo
previamente hervido y cortado en tacos. Bajé un poco el fuego para que el pulpo
no quedara como el chicle.
Sin
parar de remover, busqué en los cajones un sobrecito de pimentón rojo y dulce
de la vera, una locura en rojo. Añadí dos cucharadas de café y removí bien para
que el guiso tomara un color naranja pasión.
Las
verduras y el pulpo soltaron sus jugos dejando una salsa cremosa, un punto
amarga, ideal para mezclar con un poco de arroz hervido.
Desde
el wok pasó directamente al plato. Y poco más. Esperar que el ciclo de Andrés
Baztán se aposente, que yo recupere el impulso gastronarrativo y que el tiempo
pase sin grandes altibajos.
Salud
a todos.
Echaremos de menos a Andrés. Hay que probar ese wok!! Enhorabuena Diletante por esos 7 años!!
ResponderEliminarQue rico pulpo has preparado y espero que este puente de mayo te inspire tanto en las recetas como en las ilustraciones. Jubi
ResponderEliminarA mi pariente Andrés no voy a echarle de menos. Prefiero a diletante en estado puro.
ResponderEliminarBuena receta.
LSC
Pues a mí me ha gustado mucho el ciclo, pero sinceramente creo que se ha tratado a Andrés con una excesiva crueldad... he leído todas las entregas esperando el día en que Andrés pudiera ser premiado con una lubina salvaje (ya no digo a la brasa, pero por lo menos al horno) o hasta alguna ostra (por supuesto ni se me ocurría soñar con alguna carne roja para el pobre Andrés), pero por lo visto el camino de la heroicidad es incluso más duro de lo que parece. Hubo un día en que estuvimos muy cerca (creo que cayó lubina, pero de piscifactoría si no recuerdo mal...) pero yo creo que Andrés, con todos sus defectos (y quien no tiene) merecía alguna pequeña alegría. En fin, gracias y suerte en la cocina y con el próximo ciclo.
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