Durante muchos meses
seguí un blog titulado La Receta de la Felicidad, lo gestionaba Sandra Mangas (https://www.facebook.com/LaRecetaDeLaFelicidad/)
a través de Facebook.
El blog se dedicaba,
básicamente, a repostería, especialmente destinada a niños; las recetas solían
ser sencillas, originales y con una presentación muy cuidada. Hice algunas
recetas (los muffins escondidos en una cáscara de huevo, el plumcake marmolado,
la tarta de varias capas …). Sandra Mangas publicó varios libros, muy vistosos,
y ganó premios, hasta el punto de colaborar en un programa de Canal Cocina
dedicado a blogueros cocineros.
En marzo de 2016 colgó un video
esquiando en la sierra de Béjar y, a partir de ese momento, dejó de publicar
recetas o comentarios. Busqué y sigo buscando referencias del blog y de su
autora en internet, pero no hay ninguna referencia de los últimos dos años, ni
directa, ni indirecta. Supongo que la gente se cansa de ser generosa en la web,
se aburre de pronto o se agotan las ideas. Es complicado mantener la tensión y
el interés que exige un blog de cualquier materia, sobre todo si no se busca
ningún tipo de retribución o reconocimiento, más allá de los ánimos de algún
amigo.
Andaba yo inmersos en estas
disquisiciones sobre la felicidad y las recetas sobre la felicidad mientras
preparaba los roscones de reyes, una tarea muy de navidad que yo anticipé unos
días porque me iba de viaje. La receta de los roscones ha sido una de las que
más éxito ha tenido (casi 300 entradas directas y un par de comentarios, http://undiletanteenlacocina.blogspot.com/2013/12/capccxcviii-indolencia-rosconiana.html).
Hacer el roscón de reyes leer esa vieja
entrada es una de las actividades culinarias más placenteras del año, tal vez
porque sólo la hago una vez al año, siguiendo un ritual ya pagano de madrugar y
pelearme con las masas y sus fermentaciones.
No sé cuántas veces a
lo largo de estos años he hablado de la felicidad o he escrito la palabra
felicidad, supongo que muchas. Cocinar y comer están muy ligados a la felicidad
o a un tipo de felicidad que me resulta muy cercana (seguro que habrá millones
de personas a las que la comida es una mera rutina y cocinar ni se lo
plantean).
Es imposible hablar o
escribir sobre felicidad y pretender ser original, igual que es imposible hablar
o escribir sobre cocina y ser realmente original (salvo algún genio).
Los químicos tiene
más fácil lo de tratar de la felicidad, les basta combinar 7 encimas:
Oxitocina, dopamina, endocanabinoides, endorfinas, ácido gamma-aminobutírico,
serotonina y adrenalina.
La oxitocina aparece
en los siguientes alimentos:
•
Perejil.
•
Romero.
•
Eneldo.
•
Tomillo.
•
Hinojo.
•
Hierbabuena.
•
Chocolate.
•
Leche animal.
La dopamina y la
serotonina se encuentran en:
·
Avena.
·
Plátano.
·
Chocolate.
·
Huevos.
·
Piña.
·
Salmón.
·
Garbanzos.
·
Pimiento.
·
Pipas de girasol.
Los endocanabinoides
se estimulan consumiendo aceite, frutos secos, pipas, salmón y aguacates.
Aumentan las
endorfinas un montón de alimentos, entre ellos las verduras oscuras, cítricos,
la levadura de cerveza, nueces, pescados azules, semillas de girasol y
calabaza, picantes, especialmente jengibre y chocolate (que aparece en todas
las listas).
El ácido GaBa se
encuentra en frutas, verduras, tes verdes, pasta integral, lentejas.
La adrenalina es
estimula consumiendo brócoli, germen de trigo, harina de avena, guisantes,
lenteja, soja y mostaza.
Basta hacer un poco
de surf por la red para encontrar miles de web que proporcionan relaciones de
alimentos que estimulan estas encimas y, por tanto, ayudan a ser más felices.
Puede que sea una de las razones por las que cocinar y comer es una actividad
tan placentera.
El roscón de reyes
tiene muchos de los alimentos recomendables, sobre todo si se rellena de nata
trufada, con una buena dosis de cacao en polvo.
Pensé en escribir
sobre la felicidad, sobre la química y los roscones. Pasaron los días y, con
ellos, las ganas de escribir sobre roscones (ya llegarán las próximas
navidades), pero no sobre felicidad.
Los finales y
principios de años son tiempos inevitablemente propicios para evaluar lo hecho,
también lo que queda por hacer.
Como diletante llevo
casi 500 entradas en 8 años, durante el año 2018 he escrito 32 entradas por lo
que, a finales del 2019 llegaré al capítulo D.
Llevo más de un año
recopilando las recetas completas del diletante en una hoja Excell, calculo que
reseñaré cerca de mil recetas ordenadas en función de su ingrediente principal,
su origen y su disposición en un menú, cuando acabe el excell lo mandaré,
encantado, a quien me lo pida.
Hubo un tiempo en el
que pensé/soñé que el blog podría convertirse en un bonito libro en papel, creo
que no va a ser posible, hoy todo el mundo escribe y publica libros de cocina.
Hay que convivir con la frustración.
He comido y bebido
bien estas navidades, por lo tanto, he sido feliz. He descubierto nuevos platos
y nuevos restaurantes, algunos escondidos en lugares alejados de los circuitos
habituales, cerca de Pons, en un pueblo minúsculo de norma caballeresco (Santa
María de Gualter) dan un menú degustación por muy pocos euros, es una delicia a
base del mejor foiegras, tosta de brandada de bacalao con manzana, arroz meloso
con pato y calamarcillos, tarta de queso… Una pasada.
Así las cosas, el
2019 promete ser un año muy feliz, lleno de incertidumbres, puede que de
cambios. Tengo a puntos los ingredientes para hacer un carpaccio de pies de
cerdo con langostinos, también unos callos con garbanzos (palabras mayores).
Pero hoy me contento
con una receta más liviana, para acallar malas conciencias tras los atracones
navideños, una ensalada de calabaza que ya he instagrameado (es la red de
moda), es una receta robada de la edición navideña de una revista ligera
(Elle).
Para esta receta se
necesitan 350 gramos de calabaza pelada en dados, trozos del tamaño de una
cajetilla de cerillas, cubos irregulares, de un naranja brillante. Se enciende
el horno (180º), en una bandeja alta de cristal se ponen los gajos de calabaza
salpimentados, una pizca de comino, otra de pimienta negra molina, yo le puse
curry en polvo abundante, también un par de guindillas. Puse la calabaza a asar
40 minutos, meneando un poco la mezcla cada 10 minutos.
Una vez asada la
calabaza se deja atemperar (la ensalada no se sirve caliente, aunque a lo mejor
caliente con unos trozos de queso cremoso gana otra dimensión).
En una bandeja o en
un plato grande se coloca una cama mullida de rúcula (como siempre, cabría
utilizar canónicos, lechuga de hoja de roble, achicoria, incluso
endivias).Sobre la rúcula se distribuyen las piezas de calabaza asada, un
aguacate pelado y cortado en rodajas finas, una pizca de sal, una pizca de
pimienta y un puñado de semillas (girasol, sésamo, calabaza, amapola). Para el
condimento o vinagreta se utiliza el aceite que quedó en la bandeja en la que
se asaron los trozos de calabaza, por eso, si se utiliza el aceite con
generosidad al asar la calabaza el aliño será más sabroso. Se añade una
cucharada de mostaza cremosa, una yema de huevo se bate todo bien y se cubre la
ensalada.
En la receta que leí
(no llevaba ni guindilla ni mostaza) recomendaban dejar macerar unos minutos la
ensalada antes de servirla. Para evitar que se oxide el aguacate conviene
rociar un poco de limón exprimido.
La ensalada,
visualmente muy atractiva, soporta bien quesos un punto ácidos, puede que
incluso soportara unos daditos de pavo trufado.
Como complemento a la
receta elijo un cuadro de un tardoPop norteamericano, George Condo, heredero de
Warhol, de Haring y de Roy Lichtentein. Un descubrimiento hecho en el Macba
cuando fui a ver a Plensa.
Escribo con la
esperanza de saber de nuevo de Sandra Mangas y sus recetas de la felicidad, con
el deseo de que su apagón no se deba a ningún incidente grave.
Bueno me voy a dedicar a comer todos los alimento que nos cuentas a ver que tal este año. Esta blogera seguro que aparece después de las frases tan bonitas que le dedicas. Buen año y buenas recetas Diletante!. Cl.
ResponderEliminarIntento comentar tu entrada pero me es imposible, sigue sin cogerme el comentario. Jubi
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