ECHAR A RODAR UNA BICICLETA.
Esta frase la oí por primera vez hace más de
un año, era un comentario político, tenía que ver con las pugnas por el poder –
da lo mismo qué tipo de poder -, la cuestión es que cuando se prevé una carrera
con muchos contrincantes, con obstáculos y dureza, conviene echar a rodar
cuanto antes una bicicleta. En el fragor de la batalla nadie se dará cuenta de
que el ciclista ha empezado a pedalear, puede que incluso le ridiculicen. Al
final puede suceder que quien primero cruce la meta sea el ciclista después de
comprobar que las bajas, abandonos y marrullerías han dejado la pista sin
competidores.
La metáfora es similar a la fábula de la
tortuga y la liebre.
No es que vaya a meterme a analista político,
cualquiera se atreve con la que está cayendo aquí y en todas partes, casi
preferiría trabajar durante un año como chico para todo en el DiverXo de Dabiz
Muñoz – vi el documental de televisión y me quedé bastante frio, no sé cómo
gestionará un ego tan desmesurado -.
La referencia a la bicicleta que empieza a
rodar tiene más que ver con los proyectos del diletante estas navidades, la verdad
es que antes de navidades tenía abiertos varios frentes gastronómicos pero por
una u otra razón han terminado en el dique seco o, por lo menos, no son todavía
productivos para el blog.
Así las cosas la receta en principio menos
vistosa, la que era de mero aprovechamiento se ha convertido en la estrella de
las navidades. Se trata de un pastel de pescado hecha con sobras de los platos
de navidad, al final puse a andar la bicicleta y el humilde pastel ha sido el
primero en llegar a la meta del 2016.
Como suele ser tradicional en mi cocina la
receta empieza rehogando unos puerros – dos puerros cortados en rodajas no muy
gruesas – y dos zanahorias peladas y cortadas en juliana. Mientras se atonta la
verdura pongo dos huevos a hervir.
El fuego no tiene que estar muy fuerte, es un
plato suave en el que no conviene que destaque ningún sabor. A medio guiso le
añado sal y pimienta – si me quiero poner estupendo puedo irme a la pimienta de
Jamaica pero realmente le puse pimienta blanca Carmencita -. Cuando la verdura
estaba pochada del todo le añadí un poco de cebollino picado, hubiera podido
ser perejil o incluso cilantro, la cuestión es darle un contrapunto verde.
Retiré la sartén del fuego y sobre la verdura
desmigué los restos de una merluza que había hecho al vapor para una cena
anterior, es importante que no caigan muchas espinas y que las lascas de
merluza no sean muy pequeñas, la gracia del pastel es que se noten los trozos.
Como habían sobrado unos berberechos que había
abierto al vapor el día antes también fueron a la mezcla.
Llegados a este punto tenía la opción de
vaciar un par de latas de atún en aceite para terminar de darle cuerpo a la
masa. Mezclar atún con merluza puede condenar al ostracismo a la pobre merluza,
por eso en el último minuto – oh anatema – decidí desmenuzar unos palitos de
cangrejo sintético, del que venden en las tiendas de congelados. No conviene
pasarle.
Los huevos ya estaban hervidos, los pelé y
piqué para añadirlos a la mezcla.
Tocaba rectificar de sal, de pimienta y ver
si le encajaba alguna especia más – yo no estaba para grandes riesgos por lo
que los dejé con la sal y la pimienta, además del cebollino.
En un bol casqué cuatro huevos y un poco
menos de medio litro de leche – podría hacerse igual con nata -, batí bien la
mezcla y cuando el huevo empezó a espumar añadí el contenido de la sartén con
la verdura, el huevo, la merluza, el surimi y los berberechos. Terminé de
remover todo y lo pasé a un molde de plum cake previamente engrasado.
Horno precalentado a 150 grados, con una
fuente de cristal alta llena de agua – la cocción es al baño maría -. En
función de la altura del molde (a mi me salieron dos pasteles) el tiempo de
cocción oscila entre los 30 y los 40 minutos. Conviene ir vigilando y pinchando
con la punta del cuchillo para comprobar que cuaja bien.
Cuando estaba cuajado lo dejé enfriar sobre
el mármol unos minutos antes de desmoldarlo con ayuda de la punta del cuchillo –
hay que separar un poco los bordes.
Quedó un lingote de colores claros, mezclando
el blanco, el amarillo, el verde y el naranja – de las barritas -. Puede que también
le fuera bien maíz o incluso tiras de pimiento rojo, va en gusto.
EL pastel fue a la mesa rodeado de huevo hilado
y tomates cherry cortados por la mitad, servido con una mayonesa aderezada con
pepinillos y cebolleta.
Puede que sea por el influjo de los cuadros
de Kandisky pero me pareció que los colores del pastel no eran muy alejados de
alguna de las composiciones del ruso.
Magnífico comienzo de 2016. Enhorabuena Diletante! Y Feliz año.
ResponderEliminarTe has tomado un buen descanso con el blog y con las Navidades por medio, ya andaba yo mirando que en cualquier momento aparecerías y lo has hecho con un pastel estupendo y con un bonito cuadro de Kandinsky. Feliz año a todos tus seguidores, a ti ya lo he hecho. Jubi
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