Dalí en los fogones.
La semana pasada compré en Madrid la
reedición del libro Les Diners de Gala, un libro de cocina editado por Dalí en
el año 1975, decía que había sido asesorado por un cocinero francés de
renombre.
La editorial Taschen ha reeditado hace unas
semanas este libro, es una edición muy cuidada con reproducciones de cuadros y
dibujos de Dalí, también hay fotos de casi todos los platos. Lo de menos es que
sea un libro de cocina, en realidad es un catálogo de todas las obsesiones de
Dalí, incluidas las culinarias. El libro no tiene desperdicio.
En el preámbulo una declaración de
intenciones: «Les Diners de Gala, con sus
preceptos y sus ilustraciones, es una obra dedicada tan solo a los deleites del
Paladar. Que nadie busque en ella fórmulas dietéticas».
No
descarto, en un futuro más o menos inmediato, preparar una comida a partir de
las propuestas de Dalí, de momento me conformo con uno de sus postres, incluido
en el capítulo les pio nonoches. Se
trata de una tarta de tomates.
Para la masa se necesitan 250 gramos de
harina, 200 gramos de mantequilla, un huevo y una cucharada de agua. Para la
confitura de tomate un 1 kg de tomates verdes o encarnados, 400 gramos de azúcar,
2 litros de agua, una copa de vino blanco y el zumo de un limón.
Esta es, literalmente, la receta de la tarta:
Preparamos en primer lugar la pasta:
poner a derretir la mantequilla en agua, sin que llegue a hervir.
Formar
un volcán en la harina y verter en éste un huevo, ½ pulgada de sal y la
mantequilla derretida. Trabajar mezclando todos los elementos y cuando se haya
logrado formar una bola de pasta, dejar reposar por espacio de 1 hora.
Echar
los 2 litros de agua en una cacerola, llevarlos a ebullición. Meter los tomates
durante unos minutos, y luego, refrescarlos bajo el chorro del agua fría.
Quitarles la piel, así como las semillas y trocearlos.
Echarlos
en una cacerola junto con el azúcar, el vino blanco y el zumo de limón.
Dejar
cocer a fuego lento durante 1 hora: la primera media hora a cacerola tapada, y
luego, dejarlo reducir a cacerola destapada.
Extender
la pasta sobre un espesor de 1 centímetro, aproximadamente, y guarnecer con
ésta tanto el fondo como los lados de un molde para tartas.
Verter
en la tartera la preparación a base de tomate e introducir el molde en el horno,
graduado a termostato 7, por espacio de 30 minutos.
No es una recepta complicada – las hay
imposibles, obscenas, provocativas -, pero tiene que ser vistosa. NI qué decir
tiene que la confitura de tomates permite jugar con algunos ingredientes complementarios
(yo sustituiría el vino blanco por un ron de caña y espolvorearía azúcar moreno
antes de servirla).
El cuadro fue
especialmente preparado para la primera edición. Se trata de una ristra de
tomates de los de colgar ensartado en una cuchara dorada en un paisaje dominado por grandes costillares de buey. La imagen puede causar terror a los enemigos de la carne.
Una de las cosas que más me gusta, son los tomates, pero nunca por supuesto los he comido en tarta y los chuletones "divinos", el cuadro me ha encantado, y Dalí irrepetible. Jubi
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