Hace
unas semanas cayó en mis manos un libro dedicado a las grandes cocineras
europeas - ELLAS SON CHEFS: LAS GRANDES DAMAS DE LA COCINA CONTEMPORANEA Y S US
MEJORES RECETAS GILLES PUDLOWSKI, Editorial NEREA, 2005 -. El libro se ocupa
básicamente de cocineras francesas, alemanas, italianas, alguna inglesa y dos
españolas – Elena Arzak y Carme Rucalleda -; para mi gusto los dos capítulos
menos interesantes son los dedicados a las dos cocineras españolas y eso que yo
he probado varias veces su cocina y he de reconocer que es maravillosa, sin
embargo no han acertado ni con el tono de su entrevista ni con las recetas
elegidas.
El
libro está muy cuidado y evita, en la medida de lo posible, las obviedades ya
que la mayoría de las cocineras entrevistadas no tienen sus restaurantes en
grandes capitales europeas sino en pueblos semiperdidos; de no haber sido por
todas mis obligaciones y perezas hubiera cogido el coche nada más cerrar el
libro y habría intentado visitar la mayor parte de ellos – de hecho he recogido
las referencias de los restaurantes y de los pueblos para marcarlos como tareas
del diletante.
No
me veo con ánimos de entrar en un debate sobre las razones por las que no hay
suficientes mujeres en al alta cocina mundial, supongo que se podría acudir a
un montón de lugares comunes y de obviedades pazguatas. Si la cocina tiene un
genial da lo mismo lo haga quien lo haga y reto a cualquier a intentar
discernir si un plato ha sido cocinado por un hombre o por una mujer, sobre
todo a determinados niveles de destreza en los fogones.
Creo
que una de las virtudes del proyecto de ese libro – sin duda una virtud más del
autor o ideador del libro – es la pulcritud de los textos, de las fotografías y
de la mayoría de las recetas elegidas, el libro traslada una búsqueda de la
perfección que yo no había encontrado en libros similares dedicados a cocineros,
en los que no es habitual la búsqueda de ese grado de excelencia al margen del
éxito mediático. Los chef parece que se conforman con el éxito, las “chefas”
parecen más obsesionadas con la perfección. Ya digo que probablemente sea una
cuestión vinculada a la orientación que le ha querido dar el compilador.
Leyendo
las reseñas de alguno de los restaurantes parece que el objetivo principal de
estas cocineras sea el de convencer al comensal de que acudir a aquel rincón
perdido será la mejor experiencia gastronómica de su vida, una experiencia
íntima, casi secreta. Por lo general no son platos muy recargados.
La
revisión del libro me ha permitido entresacar casi una veintena de notas más de
técnicas o de trucos concretos que de grandes composiciones, notas que
probablemente emplee de modo casi clandestino a partir de ahora, también me
permiten reinterpretar algunas recetas que ya he comentado aquí, como la del risotto
de espárragos, una receta que recuerdo haber hecho con un huevo pochado y que
ahora me atrevo a rehacer utilizando un poco de menta, incluso una pizca de azúcar
para suavizar el caldo de espárragos. Por otra parte mi risotto era de espárragos
verdes, este se cocina con espárragos blancos.
La
chefa Cornelis Poletto, su restaurante está en Hamburgo, se llama Poletto. Eppendorfer
landstrasse, 145.
Rissoto
blanco con espárragos, menta y gambas
Necesitamos 500 gramos de espárrago blanco,
hay que pelarlos y hacer el caldo con un poco de azúcar y limón, en el que
podemos poner las peladuras.
Pelar
las chalotes, 300 gramos, y un diente de ajo, pocharlos en un poco en
mantequilla.
Cortar
los tallos de los espárragos y cocer las yemas a parte. y
los espárragos – conviene que sea un cacharro bien alto y estrecho, en el que
quepan los espárragos en vertical sin caerse ni desperdigarse.
Añadir
los trozos de espárrago hervidos al dente y el arroz carnaroli al sofrito de chalotas
y ajo. Rehogar y regar con 5 cl de vino blanco seco.
Añadir
el caldo caliente de espárrago poco a poco e ir removiéndolo con una cuchara de
palo lentamente.
Pasar
por la sartén las gambas rojas, 8, salpimentadas.
Añadirlas
al Rissoto. Aquí introduzco una variante ya que en la receta originaria las
gambas se añaden enteras y a la planta, lo preferiría pelar las gambas, pasar
las cabezas y las peladuras por un chino para que se incorpore ese concentrado
al arroz.
Poner
el parmesano – 150 gramos, recién picados - y un poco de menta fresca picada en
el momento de llevar a la mesa.
El
plato se puede completar con la visión de un bodegón de Ignacio Arias, un
pintor barroco del que solo se conservan dos cuadros, uno de ellos es una naturaleza
muerta con cacharros de cocina y espárragos, la referencia indica que está en
el Prado pero yo no lo sabido encontrar.
Hoy me he levantado bastante espesa, estoy haciendo tiempo a que caliente un poquito más el sol y a fumarme el primer cigarrito, normalmente no paso de 6 a 8 en el día, ¡¡quién me ha visto y quien me vé¡¡ Bueno, al rissotto que es más importante, que tiene que estar buenísimo, ayer nos pusieron una especie de rissoto que había que tener mucha hambre para comerlo, no era ni ensalada ni rissotto, lo pusieron acompañando a un escalope que sufría pensando que mis implantes iban a saltar, no pude menos que comentar que eran filetes de elefante que es lo que está de moda. Jubi
ResponderEliminarEl plato parece magnífico, pero como siempre ... chalotes y espárragos blancos. Yo creo que me invitas un día a comer y me echas entre el primer y el segundo plato.
ResponderEliminarRissotto blanco, pues eso si que no lo había oido nunca a parte del típico arroz blanco..., se nota que soy una mujer...bueno, habrá que aprender un poco de los hombres en ésto de la cocina. Una seguidora de tu blog
ResponderEliminarYa me imagino el plato en la mesa, fantástico, otro arroz diferente a los que ya conozco, me encantan los arroces y éste es fácil de hcer
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