Una
de las primeras entradas barajadas hace un año, cuando nació esta aventura del
diletante, fue la de reproducir el último menú servido en la primera clase del
Titanic. Hoy, que justo hace 100 años que este transatlántico partió del puerto
de Southampton, parece una excusa perfecta para recuperar esa idea.
En
alguna ocasión he estado tentado de preparar los platos servidos la noche del
14 de abril de 1912 aunque al final me ha dado algo de mal fario. Soy un poco
supersticioso, creo que es la mejor manera de evitar la mala suerte.
Al
margen del bombardeo mediático sobre este evento lo cierto es que el naufragio
del Titanic ha generado siempre un atractivo morboso que entiendo que se
acentúa en tiempos de crisis. Cien años después el Titanic sigue siendo un
referente mayor que el de cualquier otro crucero, mayor que el del Queen
Elisabeth. Hay un elemento de fascinación en lo que ocurrió en el mundo en el
arranque del siglo XX, una fascinación que, por desgracia, no estamos viviendo
en el arranque del siglo XXI, las imágenes del naufragio hace unas semanas en
el puerto de Livorno no tiene ningún tipo de glamour aunque el capitán del
Titanic y el del crucero italiano no debían andar muy lejanos uno en soberbio,
el otro en cagón.
En
la miscelánea original de Schott, (el Adeph Editores, Barcelona 2004), una de
las biblias del diletantismo aparece el menú del 14 de abril de 1912. Este era
el menú:
-
Hors d’oeuvre Variès. Ostras.
- Consomé
Olga. Crema de cebada.
- Salmón,
Salsa muselina. Pepino.
- Filet mignons Lilí. Sauté de pollo,
lionesa. Calabaza rellena de verduras.
- Cordero,
salsa de menta.
- Pato
asado, Salsa de Manzana.
- Sirloin
de ternera, Patatas Chateãu.
- Guisantes.
Zanahorias a la crema. Arroz. Patatas nuevas
con Parmentier.
- Ponche
romano.
- Pichón
asado con berros. Espárragos frios con viangreta.
- Paté
de foie gras. Apio.
- Pudin
Waldorf. Melocotones en gelatina de Chartreuse.
- Ecleirs
de chocolate y vainilla. Helado francés.
Probablemente el que no muriera en el
naufragio moriría de un entripado. Este menú creo que lo ofrece el hotel Palace
de Madrid dentro de las exposiciones y eventos que se están realizando entorno
al centenario de esta catástrofe.
Un paseo por internet estos días
permite considerar que la entrada de hoy no es nada original, raro es el día en
el que no aparece una referencia bienintencionada o malintencionada del Titanic
puesto que se re-estrena la película de Cameron en 3D y el fin de semana se
inicia una serie británica ambientada en el barco y sus viajeros.
No soy, ni mucho menos un titanófilo,
aunque he de reconocer que siento cierta curiosidad por las últimas comidas y
cenas, ya reproduje la de Francoise Mitterand, ahora recuerdo que un viejo compañero
de trabajo cuando el médico le diagnosticó un cáncer terminal pidió a su
conductor que le llevara desde Madrid a Ortigueira a tomarse un lubrigante en
el restaurant El Planeta. Yo todavía no me he ocupado ni me he preocupado de la
que pudiera ser mi última cena pero si voy recopilando esas cenas términus
tanto cuando son conscientes como cuando puedan ser accidentales.
Cualquiera de los platos que componían
ese menú terminal del Titanic exigiría una entrada completa dado que se trata de
platos clásicos de la cocina burguesa de principios del siglo XX, de todos
ellos hoy me quedo con el Filet Mignon Lili.
Hay discusiones sobre qué es un filet
mignon ya que hay quien lo identifica con los escalopines de punta de solomillo
aplanados, empanados, pasados por la plancha y napados con una salsa de
mantequilla y una guarnición de patatas torneadas y fritas con forma de
avellana.
Yo soy de los que defiendo que el
filet mignon no es ni mucho menos un escalopín sino un corte del solomillo de
ternera, el corte que coincide con la cola del solomillo, la parte más blanda. Tiene
entre tres y cinco centímetros de grosor y un diámetro reducido, y se suele
decir (todo depende de la calidad) que no es necesario el cuchillo para
cortarlo, basta utilizar el tenedor para tomar un bocado – referencia sacada de
la web http://www.gastronomiaycia.com/2010/07/16/que-es-un-filet-mignon/
-. Es una pieza tan delicada que suele albardarse antes de pasarse por la
plancha, es decir, se rodea con una loncha fina de panceta sin ahumar que añada
algo de grasa a la pieza ya que el filet mignon – el filete del niño – no ha de
tener ni una brizna de grasa.
El filet mignon Lilí es una pieza de
solomillo de ternera que se pasa por una plancha al rojo vivo durante el tiempo
exacto para que quede tostada por fuera y sangrante en su interior. Previamente
hay que saltear unas yemas de espárrago verde previamente escaldadas en agua hirviendo,
unas alcachofas moradas partidas en cuarto recién cogidas, de aquellas a las
que no le ha dado tiempo a madurar sus hojas exteriores, unas patatas baby
hervidas, cortadas por la mitad y pasadas por la plancha, dos o tres ramitas de
ajo tierno picadas. Para saltar estas verduras se utilizan 150 gramos de
mantequilla suavizada con una cucharada de aceite de oliva y otra cucharada de
caldo de carne. Trabada la salsa con las verduras se pasa por otra plancha la
pieza de carne y justo en el momento de servirla se coloca sobre la carne un
filete de foie y sobre las medias patatas unas lascas de trufa blanca.
Supongo que con una copa de un buen
borgoña habrá de dar lo mismo que se pueda hundir o no el Titanic esa noche.
Complemento la entrada y la receta con
un cuadro de Turner, la imagen de un perro en la orilla del mar a la mañana siguiente
de un naufragio. Estupenda metáfora para después de una catástrofe natural,
luces frías y perros vagabundos mirando al horizonte.
Anoche leí tu blog pero era muy tarde y me caía de sueño y hoy he tenido una mañana de gestiones, así que antes de comer y con el sabor del filet mignon como aperitivo doy señales de vida, no creo que me pongan semejante manjar ya que para mí la carne es imprescindible, pero daré buena cuenta de lo que me pongan delante. El cuadro de Turner también es buen complemento. Jubi
ResponderEliminarQue bueno el filet mignon, yo que soy carnívora se me hace la boca agua, como el perro de pavlov que podría ser el que mira al horizonte
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