Apuro las últimas horas del domingo,
recuperándome todavía de un asado uruguayo espectacular, gozoso, rodeados de
amigos, frente al mar. Creo que nos dieron/me dieron las 6 de la tarde comiendo
carne, al final yo solo mientras el resto de comensales aguardaban ávidos el
postre/los postres – yo traje unas natillas casera con docena larga de huevos y
un cremoso de chocolate.
Terminando de inventariar el verano
compruebo que no he hecho ni un solo arroz, seguramente habrá muchas razones
para este olvido, todas ellas justificadas. La semana pasada viendo un programa
de cocina de Jamie Oliver sentí no haber tenido el valor de haber cocinado un
risotto en muchos meses. No escribiré una diatriba contra la paella – me gusta –
pero ante un buen risotto con todos sus matices la paella termina siendo
excesivamente previsible a la vista, al olfato y al paladar. Creo que con el
risotto el arroz termina siendo más versátil, capaz de adaptarse a cualquier
sabor, algo que no han concedido los arroces hispanos, excesivamente
obsesionados porque prevalezca el sabor intenso del marisco, del pescado, del
conejo, de lo que fuera.
Leyendo el Diccionario del Amante de la Cocina
de Ducasse – me lo he bajado de internet – robo una cita que puede que tenga
que ver con mi pasión, la capacidad de que el arroz vaya jugando con olor de sus
ingredientes – el verde del risotto al pesto, el negro del risotto de calamares,
el rojo del risotto con tomates. Ducasse apunta a un risotto Caoba – Risotto Mahagony
-, que tiene la particularidad de que se liga con vino tinto, Barolo del Piamonte;
de ahí su nombre – hoy he aprendido que mahagony en inglés es caoba en
castellano; la palabra inglesa es preciosa aunque tiene un inevitable toque
brechtiano, aunque la tragedia de Brecht tenga una n de más (ascenso y caída de
la ciudad de Mahagonny).
Me ha costado mucho encontrar la receta del
risotto mahagony, de hecho la he localizado finalmente en un blog
norteamericano http://ei.isnooth.com/multimedia/b/5/d/recipe_667.pdf,
a partir de una receta de Mario Bartali –.
Recogiendo los ingredientes de la receta
italiana he intentado hacerla con la técnica de Oliver.
Ingredientes:
200 gramos de mantequilla.
Litro y medio o dos litros de caldo de
pollo o de cualquier otro ave – no le iría mal uno de pato si se desglasa en
condiciones.
Dos tazas cumplidas de arroz Cannaroli o
Arborio.
Media cebolla roja picada.
Dos copas de Barolo.
150 gramos de queso parmesano rallano.
Perejil picado.
Sal y pimienta.
( No creo que sea un pecado deshilachar un
muslo de pato confitado para entreverar con el arroz).
Partiendo de estos ingredientes la técnica
es la de Oliver.
Se pone a calentar el caldo de ave; en otra
cacerola se echa la mantequilla a fuego suave, con un chorrito de aceite de
oliva. Cuando empiece a calentar se pone la cebolla roja bien picada, fuego
bajo para que no se dore la cebolla.
Cuando la cebolla esté transparente se
añade el arroz y se remueve bien con una cuchara de palo para que se sofría
bien con la mantequilla. Sin dejar de remover se incorpora el vino – en plan
rompedor se podría sustituir por un vaso colmado de vermut rojo.
Cuando el vino se haya integrado en el
guiso y haya evaporado el alcohol se añade un primer cucharón del caldo de ave
caliente, se remueve poco a poco dejando que el arroz absorba bien el caldo, sin
que se quede seco. El arroz va pidiendo caldo a medida que se remueve –
normalmente el risotto obliga a una cocción del arroz de 15/18 minutos, a fuego
muy suave, absorbe un litro cumplido de caldo, hasta conseguir el punto cremoso
del arroz, antes de añadir el último cazo se recuperan las hebras del confit de
pato para que se haga uno con el arroz.
Conseguido ese punto cremoso por fuera y un
pelo duro en el corazón cada grano se apaga el fuego y se espolvorea el queso
parmesano, se remueve un poco y se tapa un par de minutos.
Por descontado que este arroz habrá que
acompañarlo con un buen Barolo – me animaré a hacer este plato a algún amigo
italiano.
Arroces caobas, adjetivos de reminiscencia
brechtiana, invitación a la gula y, con todos estos aditamentos, una caricatura
del germano George Groz.
Los arroces bien hechos son todos buenísimos, aunque los últimos que he comido han sido o duros o plastas. El dibujo, muy divertido. Jubi
ResponderEliminarEs curioso el fin de semama pasado en un restaurante buenísimo en la Cerdaña el cocinero comentó que no debía pasarse el arroz por la paella antes de poner el caldo, sino que se pone el caldo y cuando hierve se tira el arroz, creo que es un tema en el que no hay unanimidad.
ResponderEliminarDe cualquier forma a mí el arroz me encanta y este que propones debe estar buenísimo