martes, 4 de diciembre de 2012

CAP CCV.- Combinaciones imposibles: Caparrones riojanos con música de Cateno Veloso.


He escapado con la familia unos días a La Rioja, un frio de mil pares de narices pero mucho sol, puede que hayamos disfrutado de los días más claros del año, lo que por aquella zona es un lujo de colores y de formas. No sé bien bien si La Rioja es una parte despistada de Castilla o el principio del País Vasco, puede que el error sea asimilarlo a sitios más reconocibles. No hemos bebido mucho vino – niños y coche obligan a alejarse de las botellas, excepto si cenas en el mismo hotel y el trayecto de la mesa a la cama se puede hacer a pie -; tampoco hemos visitado muchas bodegas, no tiene mucho sentido.

Todas esas “privanzas” tienen la ventaja de que siguen quedando muchas ganas de volver a visitar La Rioja puede que en otras circunstancias y los viajes con niños pequeños suelen dar grandes satisfacciones, tienen una manera de mirar la realidad mucho más divertida que la nuestra, por eso pese hacer un frio polar nos reímos mucho paseando por un canchal siguiendo huellas de dinosaurio, también fue peculiar el paseo por los monasterios de Suso y de Yuso, aunque a uno de los pequeños le incomodaba bastante ver las tumbas de condes y princesas desperdigadas por los soportales y las capillas. A saber cómo procesal toda la información recibida, luego pasan semanas metabolizando todos los rollos que les contamos y terminan por destacar los detalles más peculiares.

Limitado el consumo de vino y las visitas a las bodegas – da gusto verlas desde la carretera, una tras otra pasando de las más tradicionales a los meros almacenes y a los caprichos de diseño pop – nos quedaba el consuelo de la comida: pimientos rellenos, chuletillas, caparrones, paletillas asadas, bacalao a la riojana … me faltó animo para el patorrillo y las asadurillas.

No tiene mucho sentido hacer una guía de viaje de la Rioja, hay otras mejores y más documentadas, guías que espero consultar la próxima vez que viajemos para esas tierras.

De regreso a casa, sometido a la inevitable desengrase a base de lechuga y verdurita, queda tiempo para intentar una combinación probablemente imposible, la de intentar cocinar unos caparrones de Anguiano escuchando el último disco de Caetano Veloso.

Vaya por delante que no soy muy aficionado a la música brasileña y tampoco he sentido especial interés por Veloso, pese a que reconozco que tiene talento y que seguramente ha intervenido en las piezas más reconocibles de la bossanova. Medio por casualidad he escuchado en Radio Tres estos días. Me ha sorprendido que un tipo que no tiene nada que demostrar ya se embarque en un proyecto tan “moderno” y que arranque primero riéndose de si mismo e introduciendo ritmos en principio ajenos a la música brasileña; la primera de las canciones del disco es un melocotonazo que se titula “A bossa Nova es Foda”, algo así como “La bossa nova está jodida” (http://www.rtve.es/alacarta/audios/cuando-los-elefantes-suenan-con-la-musica/). En el disco saca todos sus matices de histrión y suena como si fuera un chico de 17 años y no de los 70 que acaba de cumplir. Un tipo peculiar, que tuvo la audacia de insultar a Lula Da Silva y llamarle analfabeto cuando Lula nombró a Gilberto Gil ministro de cultura.

Mientras escucho por internet a Caetano en la televisión española pone un reportaje sobre Florencia - Españoles en Florencia, terminaremos siguiendo las andanzas de los españoles hasta por el pasillo de nuestras casas. La primitiva Florencia nace de un poblado etrusco que se llama Fésole y los italianos llaman fesoles a sus judías pintas, muy parecidas a los fessolets catalanes, que merecen por sí solos un monumento.

Los caparrones riojanos pese a su nombre contundente puede que sean unas legumbres más cercanas al fessolet catalán que a la judía asturiana de toda la vida. Yo, enamorado de las legumbres, si puedo elegir prefiero siempre piezas pequeñas.

Cocinar caparrones con Caetano – el disco se llama Abraçaço, acaban de ponerlo a la venta hoy en Brasil y como por arte de magia puedo escucharlo ahora mismo en casa. Canción 3 una melancólica estou triste que va creciendo a medida que avanza -. Como digo cocinar caparrones con Caetano obliga a suavizar algunas de las aristas del típico cocido riojano.

Es inevitable dejar remojar en agua un kilo de caparrones – alubia de color borgoña no mucho más grande que la uña de un meñique adulto -, si uno no se fía mucho del remojo siempre puede usar el truco de añadir una cucharada de bicarbonato.

Remojados los caparrones se ponen en un cazo con agua fría – suena pijo pero en ciudades como Barcelona conviene cocerlas con agua mineral -. A la judía hay que asustarla tres veces con agua fría para que no queden duras. Se cuecen con una cebolla partida en dos, tres zanahorias, una hoja de laurel. Calculamos la cocción en 45 minutos (muchos menos si es en la olla express, claro está).

Los caparrones riojanos llevan pimiento choricero, tocino veteado y, en función de las manías del cocinero, o chorizo o morcilla (yo las he probado con chorizo y con costilla de cerdo y me han sabido a gloria).

Si partimos de la base de que algo tendrá que influir Veloso en el guiso habrá que introducir algún elemento brasileño y dejar el recio puerco hispano para mejor ocasión.

Para mis caparrones al caetano sustituyo el cerdo por Picanha, que es una carne de vaca vieja o de buey de los cuartos traseros, macerada en vino y en cebolla. Creo que puede quedar bien si la picanha se corta en tiras finas y se rehoga con un par de chalotas bien picadas y unas zanahorias en daditos, un diente de ajo, perejil. Entre las especias los brasileños utilizan, con moderación, la canela y el clavo, una pizca de jengibre también encaja bien, lo importante es que la combinación sea ajustada, se complementa con pimienta roja. Se añade el sofrito a los caparrones y se deja la mezcla dar un hervor durante 10 minutillos; si queremos que el caldo quede gordito en una cuchara sopera sacamos cuatro o cinco caparrones, los chafamos bien con ayuda de la parte cóncava de otra cuchara hasta que queden hechos puré, se añade ese puré al caldo y se remueve con cuidado de que no se quiebren los caparrones. El plato está acabado.

Como el guiso lo haré en casa podré abrirme una botella de vino sin cargo de conciencia, puestos a ser mestizos puede que busque hasta dar con algún vino argentino, una uva malbec que espero que me disculpen los riojanos; estamos en plena transgresión de culturas y de sabores. Todavía estoy a tiempo de marchar a la fundación Miró de Barcelona y comprar unas servilletas de papel que reproducen un recortable de Matisse.
 

4 comentarios:

  1. Vengo de la calle con un frío pelón y me encuentro con una receta contundente para combatir la temperatura. Ricas judías, seguro que con un buen plato ya entraría en calor duranate todo lo que queda de invierno y ya no digamos regado con un buen vino tinto, me da igual su procedencia. Mi periplo riojano siempre lo recordaré me divertí tanto disfrutando del clan "jubi" que ninguno lo olvidaremos ¿estás de acuerdo? El Matisse perfecto para la ocasión. Jubi

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  2. Esta entrada si me gusta.
    De las de diletante. Sin duda.
    Te entiendo mucho. Andar por las tierras riojanas controlando el vino es muuuuuuy malo para la salud.
    Tendremos que hacer otra excursión de mayores para darnos el atracón.
    Voy dándole vueltas a la cabeza para hacer un evento de fans de diletante, encabezadas por JUBI, que no se pierde ni una (como es normal).
    Mi última excursión a La Rioja está un poco "en neblina" en mi cabeza, es normal, pero prometo hacer un esfuerzo en recordar una tapa, o ración o algo parecido( a los catalanes nos cuesta diferenciarlo) con pimientos que era un escándalo, de buena.....
    Que bien se vive, que bien se bebe, que bien se come, que bien........(aprovechando un momento optimista.
    LSC

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    1. Gracias por contar conmigo, no dudes que encantada asistiría, comer y beber es un verdadero placer y sobre todo en buena compañía. Jubi

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  3. Qué bien, me acabas de dar una idea para la comida de mañana, eso si haré una pequeña modificación, cambiaré los caparrones riojanos (que ya le gustarían a mi marido) por unas fabas, es lo que tiene vivir en Galicia, y en lugar de la picanha, pues pondré unas costillas de cerdo, que aquí también es más que bueno, por lo demás seguiré tu preparación.
    Supongo que me quedarán buenísimas, pues con una materia prima como la que tengo la suerte de tener a mi disposición, sería vergonzoso que no fuera así.
    Muchas gracias por compartir tus vivencias y tus recetas con nosotros.

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