Terminado el primer asalto de las navidades
pasan unos días en los que uno no tiene ni el cuerpo ni el alma para ponerse a
hablar de comida de nuevo. En nuestro caso los festejos gastronavideños
empezaron el día 22 de diciembre con un rape a la panadera y se prolongaron
hasta el 26 de diciembre.
Le había dado vueltas a una receta de un
caldo depurativo con mucha verdura y nada de grasa pero la entrada no terminaba
de cuajar, en parte porque mantenía la pesadez de estómago y en parte porque me
dada cierta pena dejar para la última entrada del año una sopa para limpiar el hígado.
La última vez que estuve en el mercado me
quedé con ganas de comprar en la casquería unas manitas de cordero hervidas que
tenían una pinta estupenda, le di varias vueltas a posibles recetas pero al
final no me atreví a cambiar los menús navideños.
No cabe duda de que para culturas
judeocristianas como la nuestra el cordero juega un papel principal no sólo en
la alimentación, también en las creencias más arraigadas; supongo que hay un
elemento subconsciente que liga nuestra cultura con el cordero, puede que en
los viejos libros de Marvin Harris se expliquen las razones gastronómicas y
sanitarias que ligan al cordero con nuestra forma de pensar, con nuestra
imaginería.
Junto a las razones culturales y religiosas
está también mi cabezonería, de hecho entre digestión y digestión navideña he
ido rebuscando en los recetarios de internet recetas interesantes hechas con
manitas de cordero, no es sencillo ya que la mayoría de las recetas que he
visitado se contentaban con presentarlas con una salsa tradicional a base de
tomate y pimientos choriceros, platos contundentes.
La llave de esta entrada no me la dieron
los recetarios sino un cuadro, concretamente un retablo de Van Eyck, Jan Van
Eyck, se trata de un retablo del Siglo XV instalado en Gante, en la Iglesia de
San Bavo. El retablo se atribuye a Jan y a su hermano Hubert, encargado por una
familia burguesa de la ciudad que consiguió que en el frontal apareciera su
retrato orante junto con los santos principales.
El motivo principal del retablo es la adoración
del cordero místico, un cuadro colosal que guarda algunos misterios, como el de
incluir entre los adoradores a un laureado Virgilio; aparece San Esteban con
las manos cargadas de piedras y tras el otro santo, creo que San Andrés, a
quien le arrancaron la lengua con una tenaza. El cuadro es espectacular en
todos y cada uno de los detalles de cada uno de los personajes y paisajes. La fundación
Gethy hizo un análisis al milímetro que tiene colgada en internet, una web que
permite indagar en el más mínimo detalle ya que se consigue una precisión al
milímetro de cada punto del retablo - http://closertovaneyck.kikirpa.be/
-. El retablo incluye elementos de la simbología pagana, entre ellos el detalle
de las joyas de las vírgenes y mártiles; aparece la fuente de la eterna juventud
y un angosto rio por el que fluye el agua de esa fuente. El retablo es un homenaje
a san Juan Bautista y en él un cordero, representación de la divinidad, es la
pieza principal sobre la que giran, a cierta distancia, el resto de personajes
y situaciones.
Partiendo de ese retablo uno entiende que
la mayoría de las casas de este país preparen en navidades un plato de cordero,
lo queramos o no el cordero está escondido en todas y cada una de las capas de
nuestra memoria y, lo queramos o no, surge como opción para días especiales.
El retablo arrastra también leyendas más
mundanas, entre ellas el hecho de haber sido robado en varias ocasiones, hay
una parte del retablo que desapareció en el año 1934 y que no ha sido
recuperada, se ha completado a partir de una reproducción moderna, se trata del
retablo de los Jueces Justos; puede que esa pieza sea una de las principales
obras de arte de la historia robadas y no recuperadas.
Arrastrando todos estos condicionantes me
animé a indagar en una posible receta para mis manitas de cordero – las que
compraré el próximo lunes en homenaje al joven Van Eyck y a su retablo -; una
receta que creo que preparó Arguiñano en su programa de cocina, unas manitas de
cordero en pasta brick, que él acompañaba de salsa vizcaína y que yo creo
aligeraré un poco.
Como yo he comprado ya las manitas hervidas
me ahorro el primer paso, que es el de limpiarlas y cocerlas con verduras
durante hora y media. De todos modos ccomo he de deshuesarlas me conviene poner
6/8 manitas abiertas por la mitad en una cacerola con agua fría que las cubra y
llevarlas a ebullición para que se vuelvan a ablandar los cartílagos y así
poderlas deshuesar bien. (Si se tienen que hervir basta con poner un par de
zanahorias, un puerro, quizá un tomate, unas bolitas de pimienta negra y un
ramillete de especias de las llamada buquet garní – laurel, tomillo, perejil y
alguna hierva más). Se reservan las carnes deshuesadas de las manitas.
En una sartén se pone un chorrito de aceite
y se pica una cebolla morada no muy grande, cuando la cebolla esté pochada se
añade una manzana reineta – las ácidas – cortada en daditos y una zanahoria pelada
y cortada en daditos. En la receta original le añaden la carne de un pimiento
choricero, a mi, todavía con los ardores de los excesos navideños, la verdad es
que no me apetece mucho y voy a sustituirlo por una cucharada sopera de
almendra marcona picada y unas hebras de azafrán. A fuego muy suave se añade un
vasito pequeño del caldo de cocción de las manitas de cordero; en mi caso como
he comprado las manitas ya hervidas cambiaré el caldo por un vasito de vino
blanco seco y dejaré que se reduzca con el resto de ingredientes durante 10
minutos.
Se pican las manitas deshuesadas y se
añaden al sofrito, se mezclan bien hasta que se amalgame la pasta y, ayudados
con una cuchara de sopa, iré preparando las porciones que colocaré en el centro
de una oblea de pasta brick. Se doblan como si fueran un pañuelo y se sellan
los bordes con huevo batido.
En las recetas originales los rellenos de
pasta brick se pasan por aceite hirviendo para que queden crujientes. Como no
quiero que se me dispare el colesterol puede que en vez de freír los brick prefiera
pasarlos por el horno, terminando de pintar los paquetes de masa con huevo
batido, dejando cada paquete sobre papel satinado para gratinarlo el tiempo
necesario para que los paquetitos se doren ligeramente.
Como comentaba la receta de Arguiñano
presentaba los paquetitos sobre una sala vizcaína, yo las presentaré sobre un
puré ligero de manzana reineta, hecho con 4 manzanas peladas, mojadas con un
poco de limón para que no se oxiden, el puré se hace cortando en láminas las
manzanas, peladas y despepitadas, 100 gramos de mantequilla, una pizca de sal,
una pizca de nuez moscada y otra de comino. Se deja cocer a fuego muy suave
ayudando con una cuchara de madera para que se deshaga bien la manzana y se
integre con la mantequilla, si queremos que el puré quede muy cremoso se puede
añadir un poco más de mantequilla.
Cocinadas por fin las manitas de cordero
que soportan siglos de tradición.
Como siempre aprendiendo de este blog...compaginando el arte pictórico, con tu arte culinario y narrativo...es gratificante visitar siempre tu blog... Feliz año 2013 a tí y a los tuyos.Marta
ResponderEliminarLas manitas de cordero es una de las cosas más ricas para mí de dicho animal, ya que la carne melosa me encanta y el asado y las costillas tienen que estar muy en su punto para que realmente estén buenas. El cuadro es impresionante. Jubi
ResponderEliminarMe gusta mucho el cuadro, y la descripción de la receta.
ResponderEliminarSobre un plato que contenga "manos" del bicho que sea mejor no comento.
Ya me entiendes diletante :-)
Feliz año 2013 !!!
LSC
Reconozco que era reacia a probar las manitas, pero...madre mía que ricas que están!
ResponderEliminarGracias por compartir esta receta, la probaré.