Después
de la entrada sobre las peras, hoy tocan los plátanos, no será sencillo evitar
la componente erótica de esta fruta; de momento, para abrir boca, pongo a
volumen mínimo – todos están durmiendo la siesta – el Waiting for the Man de la
Velvet Underground. http://www.youtube.com/watch?v=hugY9CwhfzE
Nos
hemos constituido un par de días en Jerez – en los aledaños del Catalán Muy
Fino -, ayer estuvimos en Cabo Roche (unos fideos con gambas, pescado y
calamares fabulosos, con tinto de verano), hoy cenaremos en Puerto.
Esta
mañana en el mercado de abastos de Jerez majestuosos los atunes y el cazón,
pintureras las gambas – las blancas grandes de Sanlucar a 10 euros el kilo -,
en la puerta vendían furtivos quisquillas y camarones. Poco que ver, de momento
con el plátano.
No
soy muy aficionado al plátano, mis hijos los devoran, sobre todo por la noche
antes de acostarse, es lo único que les deja comer su madre antes de dormir. A
veces yo le doy el último o el penúltimo bocado a lo que dejan.
Los
plátanos suelen ser para el verano, por lo menos en mi caso. Durante algunos años
veraneando en Mallorca un amigo llevaba a una chica colombiana – rotunda Pilar –
que se ocupaba de los niños y a medias conmigo de la cocina. Uno de sus platos
de la segunda quincena de agosto era el “arroz a la pilara”, un guiso caribe de
arroz con pollo que venía acompañado por plátanos machos fritos, los plátanos
también solían acompañar, en daditos, a las lentejas – otras de las tradiciones
del verano en Mallorca.
Gracias
a Pilar descubrí las bondades del plátano macho frito, un complemento casi tan
sabroso como las patatas que los niños robaban de los platos. Cien veces le he
pedido a Pilar su receta y cien veces la he olvidado, aunque creo que puedo
reconstruirla gracias a internet.
En
principio hay que comprar un par de plátanos macho – importante que sea macho
porque son menos dulces y mucho más tersos que los que habitualmente consumimos
de canarias -. Se pelan y se cortan en discos de poco más o menos 2/3
centímetros de ancho. Cada uno de los discos se corta en daditos que se pasan
por la sartén con un chorrito de aceite de girasol.
Dorados
los daditos de plátano – también pueden freírse los discos sin más, es cuestión
de gustos y de prisas – se ponen a desgrasar en una rejilla o en papel de
cocina. El aceite que ha sobrado se pasa a una olla express en la que se rehoga
un pollo cortado en octavos, una cebolla, dos ajos y siete u ocho semillas de
comino. El tiempo de cocción en la olla express 10 minutos- no le va mal poner
un par de zanahorias, una hoja de laurel y una rama e apio -. Pasado ese tiempo
se quita la presión y se retira el pollo. Con el caldo que ha salido se cuela y
se reserva para cocer el arroz.
Con
media cebolla más, picada, un par de dientes de ajo picados, dos zanahorias en
juliana, pimiento rojo y verde en juliana, se rehogan en la cacerola a fuego
muy lento con un poco de aceite de girasol, sal, pimienta, un poco de comino en
polvo, incluso un puñado de guisantes – prescindibles -. El fuego ha de ser
suave para que no se arrebate la verdura, ha de quedar casi confitada; en el
tramo final del rehogo se añade un chorro de salsa de soja – la cantidad dependerá
de lo aficionados quesean los comensales a esta salsa, yo recomiendo no abusar,
sobre todo la primera vez que se haga.
Cuando
esté bien rehogado se añade el arroz(una taza de café por comensal), el bomba
de toda la vida, que previamente se habrá escurrido al chorro del grifo, con
agua fría. Después de escurrirlo para quitarle el almidón se pone en la olla
con el caldo – cuando esté hirviendo – se deja en ese caldo hasta que vuelva de
nuevo a romper a hervir. Cuando rompa a hervir, se retira y se cuela el arroz
que se añadirá al sofrito de la soja y las verduras.
El
sofrito con el arroz se cubre con caldo
hasta que el caldo sobrepase un par de milímetros la base de verduras y arroz.
Sobre las verduras, el arroz y el caldo se añade el pollo cocido, previamente deshilachado,
cuanto más finas queden las hebras mejor.
Se
tapa la sartén con una tapa de cristal y se pone con el fuego al mínimo, para
que se cueza el arroz; en 15/17 minutos el arroz estará cocido, con un intenso
color pardo gracias a la soja.
Cuando
el plato se lleve a la mesa se acompaña de los dados de plátano fritos. Un
plato contundente que puede servir como excusa perfecta para la más redonda de
las siestas.
Este
es, en esencia, el arroz a la Pilara.
Pilar
consiguió un trabajo como responsable de una juguetería de la calle Serrano de
Madrid, una juguetería de ensueño, como la de las películas, con tres o cuatro
plantas. Ella ejercía de una especie de Mary Poppings que encandilaba
engatusaba a los niños a base de sacar uno tras otro libros y juguetes. Cuando
la fuimos a ver hace unos meses a sus dominios infantiles mis hijos
enloquecieron pensando que podían usar todos los juguetes.
Termina
de sonar en el ordenador la vieja canción de la Velvet Underground. Andy Warhol
gentilmente les diseñó la portada del LP, una portada mítica, casi tanto como
el arroz caribe de todos los veranos.
Por cierto la leyenda del cuadro de Warhol: Peel slowly (pelar despacio).
Dispuesta a apagar el ordenador me he encontrado con una nueva entrada en tu blog, y el arroz a la Pilara no tiene que estar nada mal, aunque a mí me gustan como postre o entre horas. En unos días estaré en Cala Ratjada y tomaré un gin-tonic en el chiringuito, pero eso es otra historia. ¿Intrigado? Jubi
ResponderEliminar