Por casualidad voy cerrando círculos. El 12
de noviembre de 2011 aprovechando un menú vegetariano – Think on Green se
llamaba la entrada (http://undiletanteenlacocina.blogspot.com.es/2011/11/caplxxxi-think-on-green.html)
– pedí prestado un cuadro a Paul Klee; un año y medio más tarde, por
casualidad, vuelve a coincidir Paul Klee con una experiencia vegetal.
Mis visitas a Madrid se cuentan casi por
peripecias y hoy no podía ser menos. Me he levantado a las cinco y veinte de la
mañana para llegar a Madrid a las nueve y media, estaba invitado a una tertulia
económica de temas de actualidad; como suele pasar en estos casos quien viene
de fuera termina llegando el primero y mis contertulios, sin ninguna excusa,
han llegado pasadas las diez y media por lo que todo el día se ha retrasado 45
minutos.
Había quedado con una periodista y con mi
madre, la programación era perfecta, a las 11’30 debía tomar un café con la
periodista y a las 12’30 cité a mi madre. Como estaba en plan “cool” había
quedado con ambas en la Fundación Juan March, hay una exposición sobre Paul
Klee y la Bauhaus con ocasión de la catalogación en internet de las 4.000
páginas de notas que Klee escribió para preparar sus clases.
Como consecuencia del retraso sistémico
eran las 12’45 y yo estaba todavía en el taxi dirigiéndome a la Fundación, la
periodista me había mandado tres mensajes y yo le había avisado a mi madre que
llegaría tarde. En definitiva se han encontrado ambas en la puerta de la sala,
acompañadas por un fotógrafo y el responsable de prensa de la fundación.
Atropelladamente hemos visitado algunas
salas de la fundación normalmente vedadas al público lo que me ha permitido
descubrir un Lucio Muñoz al fondo de un despacho y me han hecho fotografías
entre esculturas de Berrocal en una parte del jardín normalmente cerrada al
público. Espero que la entrevista no haya quedado muy precipitada.
La exposición una maravilla, la fundación
había organizado una exposición dedicada a Klee a principios de los ochenta del
siglo pasado y yo nunca había tenido la oportunidad de ver tanto Klee junto. Me
he comprado el catálogo.
A mediodía había reservado para comer en un
restaurante de nombre horrible – Green and More Tudela -, pese al nombre
gracias a las recomendaciones de una amiga navarra me había decidido a
reservar, aseguraba que era la mejor verdura de Madrid.
No es mi intención convertir las crónicas
del diletante en una guía de restaurantes, hay profesionales y aficionados que
lo hacen mucho mejor que yo, sin embargo la experiencia ha sido digna de
mención aunque el sitio – calle del prado nº 15 – un poco ruidoso.
Tienen tres menús vegetales, que no
vegetarianos, que quitan el sentido. Al responsable de la sala se le ve con
tablas, de hecho cuando te presenta el menú asegura que la oferta de hoy no la
podría asegurar dentro de una semana porque las verduras son de rigurosa temporada
y dependen de la huerta de Tudela. “Si non he vero he ven trovatto”.
Desde que vi la información del restaurante
en internet me quedé con la copla de uno de los platos, un milhojas de patatas
y borrajas, visto tenía una pinta gozosa y probado mejora todavía más.
Para hacer el milhojas se necesitan tres
patatas grandes, nuevas – tipo monalisa van bien -, se pelan y se cortan en
láminas finas con ayuda de una mandolina.
En una sartén grande se ponen cuatro o
cinco lonchas gruesas de tocino de ibérico, con el fuego muy bajo se deja que
el tocino vaya soltando toda la sustancia añadiendo un chorro generoso de
aceite de oliva. Es importante que el tocino no llegue a tostarse, ha de quedar
transparente.
Con ayuda de una cuchara de madera se van
removiendo las lonchas de tocino, que se vayan integrando con el aceite de
oliva.
Se retira el tocino y sin subir la
temperatura del aceite se confitan las láminas de patata; conviene que la
sartén sea grande para que no se adhiera unas láminas de patatas a otras. Yo
controlo esto del confitado vigilando la burbujilla del aceite, que debe ser muy
fina y no muy violenta. De nuevo hay que cuidar que la patata – como al
principio el tocino – no se doren.
Cuando la patata empiece a amarillear se retira
y se dejan las láminas escurriendo bien sobre una rejilla. Hay que tener
cuidado de que el plato no tenga exceso de grasa.
Se aprovecha un poco del aceite del
confitado para rehogar una cebolla tierna no muy grande, la parte más verde de
las borrajas y una patata previamente hervida. Se remueve suavemente el sofrito
y cuando la cebolla quede transparente se pasa todo por una batidora. En el
restaurante emulsionan la salsa utilizando la thermomix e incorporando poco a
poco el aceite como si se tratara de una mahonesa para que quede más cremoso.
El plato se monta del modo siguiente: Se
pone una cucharada de la emulsión en el fondo del plato y se va construyendo el
milhojas a base de una lámina de patata, una penca de borraja hervida y una
lámina de tocino ibérico muy fina, casi transparente; se puede hacer una segunda
capa con cada uno de los elementos.
Se adorna el plato con unas “lágrimas” de la
emulsión de crema de patata y borraja.
Si se tiene cierta habilidad y se eligen
láminas de patatas y pencas de borraja de dimensiones similares queda un plato
que además de sabroso resulta muy aparente.
El plato muy bien podría pasar por una
composición de Klee.
Tanto Klee como Kandinsky tienen para mí una atracción especial. Los cuadros que adornan las diferentes salas y departamentos de la Fundación, son otro recreo para la vista que no todo el mundo tiene el placer de recrearse con ellos. La degustación de verduras, otro placer para el paladar, poco tiempo y bien aprovechado. Jubi
ResponderEliminarPues a mi me encanta esta receta.
ResponderEliminarEl cuadro no mucho, pero tengo que confesar que es en lo que menos me fijo.
Esperamos el reportaje fotográfico y la entrevista que supongo va unida.
Suerte con tu libro (el primero/primero no). Ya estamos publicitándolo lo que podemos.
LSC
Hola Dile,
ResponderEliminarde rechupete tu receta. Yo no se donde comprar borrajas en Barcelona, en mi mercado no las he visto nunca. Hace poco supe de las borrajas, antes no sabía ni lo que eran. Afortunadamente voy aprendientos mucho de tí, mi cultura va en aumento.
El cuadro de Klee que has elejido es precio. Me recuerda a la época de la clase de pintura del colegio alemán donde copiábamos a Klee y kandinsky. Yo me apunté a dibujo porque mecánica me era un rollazo y el profe otro.Degradar colores era interesante; el profesor siempre tan atento, me animaba, a pesar de mis pocas aptitudes. Un buen maestro que te anima saca lo mejor de tí. Tu eres un buen ejemplo de ello.
Hasta tu próxima,
Judia Verde.