En
el mundo del blues corre la leyenda de Robert Johnson, un guitarrista mediocre
que en los años 20 del siglo pasado vendió su alma al diablo para ganar
destreza tocando la guitarra; tan detallado es su pacto mefistofélico que
incluso se sabe el punto exacto en el que ofreció su alma, concretamente en el
cruce de la actual autopista 61 con la 49 en Clarksdale (Missisipi); grabó el
legendario Crossroad blues y Me and the devil blues. Por lo visto era una
persona esquiva y bastante pendenciera, tocaba de espaldas al público, dicen
que para que no se le vieran los ojos exorbitados al ser poseído por el diablo,
murió con 37 años envenenado por el marido de una de sus amantes. Se han
localizado 3 tumbas en las que dicen reposa su cuerpo, aunque lo cierto es que
pidió que se le enterrara en un cruce de caminos.
Seguramente
en la cocina debe haber algún cocinero que haya vendido su alma al diablo para
conseguir la excelencia en algún guiso, hay en los fogones un punto de alquimia
que convierte a los cocineros en seres poseídos, celosos de sus recetas. Rara
vez uno consigue hacer una receta perfecta a partir de las indicaciones de un
gran cocinero, tengo la impresión de que cuando escriben ocultan algún
ingrediente, modifican los tiempos de cocción y omiten indicaciones esenciales
para conseguir que el plato quede redondo, por eso no hay que fiarse mucho de
los recetarios.
De
momento no parece que el diablo se haya decidido a tentarme, he de conformarme
con algunos episodios obsesivos con algunos platos, casi siempre de cuchara; si
hubiera de vender mi alma al diablo por una receta sería sin duda una receta de
cuchara.
Probablemente
el más mefistofélico de los cocineros españoles sea Subijana, con sus mostachos
de mosquetero y su media sonrisa permanente; el restaurante que regenta en la
ladera del monte Igueldo se llama Akelarre, cuya traducción literal sería la de
pradera del macho cabrío, aunque por extensión se ha terminado por llamar
aquelarre a una reunión de brujas,
He
acudido en tres ocasiones al restaurante de Subijana, las tres veces he
disfrutado como un poseso. Hoy, mientras espero a que amanezca, he localizado
una receta tradicional apuntada por Subijana de sopa de pescado, un plato
sencillo, de los de toda la vida para el que se necesita un chorrito de aceite de
oliva, una cebolla, un puerro, una zanahoria, dos tomates maduros, dos
cucharadas de salsa de tomate, un poco de laurel, de tomillo y unas hojas de
estragón; dos carabineros, 200 gramos de cigalas, una cabeza de merluza o de
rape, un vasito de coñac, otro de vino blanco y una tacita de arroz.
Con
la cabeza del pescado, las peladuras de la cebolla y la zanahoria y el verde
del puerro se prepara un caldo. Aunque Subijana no da muchos detalles, se
pueden rehogar unos minutos los ingredientes antes de añadirles con cuidado
agua fría hasta que queden cubiertos. Cuando rompa a hervir el agua se calculan
10 minutos y se cuela el caldo.
En
una cazuela alta se pone a fuego muy suave el chorrito de aceite, dos hojas de
laurel, una rama de tomillo y el estragón, se rehogan primero las cigalas y los
carabineros, una vez tomen color se retiran y se añade la cebolla, el puerro y
la zanahoria bien picados, a fuego muy suave con una pizca de sal.
Mientras
se atonta la verdura se pelan las cigalas y los carabineros, las cabezas y las
cáscaras se ponen en un mortero para majarlas hasta dejarlas hechas una pasta
lo más fina posible – es fundamental que los mariscos sean frescos porque si no
la sopa terminará sabiendo a amoniaco.
Cuando
las verduras se hayan rehogado bien, sin tostarse, se flambean con el coñac y
cuando se apague la llama se le pone el vino blanco – Subijana es un fanático
del Txacolí, que le da un punto ácido -. Evaporado el alcohol del vino se
incorporan al guiso los dos tomates pelados y despepitados, cortados en
cuartos, también dos cucharadas de tomate frito y la tacita de arroz.
Se
cubre el sofrito con el caldo de pescado y se tapa para que hierva durante 20/30
minutos – la receta original considera que el guiso debe hervir durante 45
minutos, pero creo que machacaría el arroz.
En
una sartén a parte se fríen unos trocitos de rape o de merluza y un puñado de
almejas; se cubre la sartén para que se abran rápido las almejas y cuando estén
abiertas se incorpora todo a la sopa con las colas de cigala y los carabineros
troceados. Se deja todo bullendo a fuego muy suave durante cinco minutos más
antes de servirlo.
Quién
sabe si regresando de cenar en Akelarre no aparecerá el fantasma de Robert
Johnson en alguna de las estribaciones del monte Igueldo, todo podría ser, no
en vano hay un festival de jazz y de blues en San Sebastián en el que en alguna
ocasión han invocado al espíritu del viejo bluesman.
Como
acompañamiento al plato un cuadro de W. De Kooning titulado arcoíris, teclado y
diablo.
Del Akelarre he oído críticas muy diferentes, para unos maravilloso y otros con gran decepción, unos que la vista es inigualable y otros que les ubicaron mal, me alegra que tu experiencia haya sido buena y disfrutaras con esa sopa de pescado tan rica. El cuadro me ha gustado. Jubi
ResponderEliminarDe acuerdo con Jubi en todo.
ResponderEliminarAdemás me gustan más las historias de diletante "en vivo" que de cualquier otro personaje. Aunque también para eso habrá gustos.
Hoy he comido en un "japo" bastante bueno y me han puesto una degustación de helados que.... no me ha convencido demasiado.
A ver: helado de judia roja, té verde, sésamo negro y otro que no recuerdo pues como que me han hecho añorar los de chocolate, vainilla, crema, nata y fresa de toda la vida. Y eso no es bueno. No no.
Y además el colofón ha sido uno de Wasabi. Que es esa masa verde picante que utilizan, en su origen, para laminar los parásitos de los pescados.
Puaf.
Pero como queda "cool" pues hay que comérselos. Y no me han gustado.No no.
LSC
Recién llegada de Menorca y también dispuesta a vender mi alma al diablo por una caldereta de langosta o unos fideos con gambas...... (platos de pescadores)Por favor una receta de diletante aunque no pueda conseguir una langosta de Fornells haré un similar. Mil gracias
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