Hoy,
en principio, tocaba una jornada de cocina más o menos rutinaria, tenía
congelados los restos de un pollo en pepitoria y de primero quería hacer un poco
de verdura salteada: Una cebolla grande, dos zanahorias, una bandeja de champiñones
y una pizca de perejil.
Para
purgar los excesos del fin de semana pasado había decidido utilizar poco
aceite, en el último momento he encontrado por la nevera los restos de una
punta de jamón y la he calentado en taquitos en una sartén para conseguir que
el plato engrasara un poco.
No
suelo utilizar picadora de verduras pero esta mañana entre las prisas y la búsqueda
de texturas que normalmente no trabajo me han llevado a pasar primero la
cebolla y después las dos zanahorias peladas. Con el fuego medio y la sartén ya
caliente con el jamón he añadido la primera tanda de verduras con una pizca de
sal y pimienta molida para que las verduras sudaran rápido.
Los
champiñones no eran muy grandes y debían llevar varios días en la frutería así
que al pasarlos por la picadora se han convertido en una pasta oscura con muy mala
pinta, pasaba ya el mediodía y no tenía grandes alternativas para el primer
plato.
He
añadido los champiñones a la sartén y enseguida el plato se ha convertido una
masa parda que no dejaba de sudar y de teñirse de oscuro, parecía más una
morcilla picada que un ligero plato de verduras.
Para
colmo de los males la falta de aceite hacía que en cuanto paraba un segundo de
mover con la cuchara de madera la pasta se adhiriera al fondo de la sartén, así
que no me ha quedado más remedio que añadir un chorrito de aceite de oliva.
Opciones
rápidas: (1) Una crema de verduras.- Problema el color oscuro, casi negro. La
vertiente esteta del diletante a tomar por saco en un minuto; además no tenía
caldo y hacerla con leche no me apetecía gran cosa.
(2)
Unos canelones.- Problema primero de tiempo, además si utilizaba las placas de
pasta y la bechamel mi compromiso con una comida baja en calorías se iría al
garete. En otras circunstancias un puñado de pasas y algún fruto seco picado le
hubieran devuelto dignidad a mi engrudo reconvirtiéndolo en un estupendo plato
de pasta.
Mientras
me venía la inspiración he decidido alegrar el pegote perdido por un petrolero
con alguna especia. El comino en polvo y una pizca de curry suelen ser buenos
aliados, si conseguía que nadie entrara en la cocina el olor podría seducirles
y garantizarles un guiso gustoso.
Visita
urgente a la alhacena, pocas alternativas más: (3) Pelar unas patatas, hacerles
un hueco en la parte central y atreverme a unas patatas rellenas.- Largo de
ejecutar porque había que confitar las patatas en aceite durante al menos 30
minutos y además convertía el plato en una bomba calórica. (4) Berenjenas o
calabacines rellenos.- Problema fundamental no tenía calabacines y además
cocinaba fuera de casa, donde hace una década que no funciona el horno.
Había
que seguir removiendo y despistando a los comensales, que, bajo ningún concepto
podrían entrar en la cocina. Empezaba el apetito, abrí el vino – un Pesquera
para el día de la madre, siempre una buena opción.
Olvidados
en una silla una docena de tomates de pera comprados el día anterior, no eran tomates
especialmente vistosos pero podían salvar la partida. Con un cuchillo de punta
corté ligeramente ambos extremos y ayudado por la punta del cuchillo ahuequé la
parte central. Con la pulpa de los seis tomates hice una picada de urgencia,
retiré del fuego la sartén y remojé mis verduras apelmazadas con los corazones de
tomate frescos picados esta vez a cuchillo. El agüilla de los tomates, la pulpa
roja y las pepitas dieron un poco de lustre a mis arenas movedizas.
Los
seis tomates abiertos sobre un plato fueron al microondas, primero les puse un
poco de sal y de pimienta. Pensé que dos minutos y medio confitarían algo la
pulpa, le darían un punto dulce y el rojo intenso de la piel desviaría la
mirada de los comensales con el contraluz del rojo y el negro, un plato muy
stendhaliano.
Cuando
sonó el campanazo del microondas no era consciente del nuevo desastre. Los
tomates no habían aguantado los rigores de la técnica y se habían desmoronado
por completo dejando en el plato el rastro intenso de la pulpa deshecha y
humeante de los tomates. Por suerte la piel roja permanecía intacta.
Abrasándome
la punta de los dedos retiré las pieles para que se enfriaran en un plato
aparte, ya contra el reloj puse un poco de azúcar y media cucharilla de curry que
removí con agilidad.
Los
restos del tomate fueron a la sartén, que ganó en intensidad y brillo, los
rastros rojos del tomate picado y del accidental tomate frito le daban otro
aspecto al plato.
Solo
quedaba rellenar las pieles de los tomates con la farsa para que recuperaran su
aspecto y forma antes de llegar a la mesa.
En
definitiva hoy he improvisado unos tomates rellenos, tomates de urgencia que
han tenido en la mesa un éxito considerable, hasta el punto de que el resto de
la farsa de la verdura ha servido como complemento a una punta de cus cus que
había preparado para empapar el caldo del pollo.
Tomates
salvadores, tomates rellenos. Hasta hoy no era muy partidario de los tomates
rellenos, como desagravio ya en casa he buscado una receta de Bocuse sencilla,
sacada de la cocina de mercado. Es un buen día para reivindicar la cocina
francesa, supongo que hoy domingo es un buen día para Francia, difícilmente Hollande
podrá hacer más daño a Francia y a Europa del que ha hecho Sarkozy. Hollande
tiene cara de buena persona y ha perdido muchas veces mucho, hace cinco años
podría haber sido “primera dama de Francia”, hoy al final se ha convertido en
presidente. Para un afrancesado como yo una noticia positiva.
No
sé si Bocuse habrá votado hoy, lo que sí ha hecho es darme algunos consejos que
me hubieran ido muy bien para hacer unos tomates rellenos:
(1)
Elegirlos medianos, no pequeños.
(2)
Abrirlos sólo por la parte del pedúnculo, extraerles sólo el agua de vegetación
como las pepitas – seguro que los tomates de pera no son los más adecuados para
estos menesteres, mejor unos tomates de ensalada maduros.
(3)
Poner una pizca de sal y de pimienta en el interior, y un chorrito de aceite –
esta parte la he hecho casi bien.
(5)
Ponerlos en el horno caliente durante 5 minutos. Nada de microondas, dos
minutos de microondas son más demoledores que cinco en el horno.
(6)
No da indicación alguna del relleno adecuado, da como opciones el arroz
hervido, carne picada de cerdo o de ternera, incluso verduras. Como última opción
propone duxelles – champiñones picados -.
(7)
Hay que devolver los tomates al horno para gratinar cubriendo la parte superior
con pan rallado, que quedará ligeramente tostado.
Queda
aquí una receta no accidentada de tomates rellenos. Mi falta de virtuosismo hoy
en la cocina intentaré paliarla con un cuadro de Claudio Bravo, un
hiperrealista chileno que propone unos juegos arquimboldicos a base de verduras.
me ha encantado el tñitulo del post y... gracias por presentarnos a Claudi Bravo, anonadada me he quedado :)
ResponderEliminarTienes recursos para todo y organizas un buen menú en un momento, pero no me hubiera gustado verme a mí en esa situación. El cuadro muy bonito, no conocía al pintor. Jubi
ResponderEliminarHe dejado la lectura de la entrada a medias .........
ResponderEliminarNecesito proseguir en otro momento más concentrada. Se mezcla en mi mente tu relato con mis recuerdos de El Portero de Noche y otras cosas parecidas y necesito una copa de vino.
Hummmmmmmmmmmm
Pd. Luego vuelvo
LSC
Que tablas en la cocina, como salir del apuro en cuatro pasos, fantástico ser capaz de darle la vuelta a un plato que otro hubiera tirado a la basura.
ResponderEliminarQue curioso el cuadro de retratos con verduras