La
semana pasada fue al concierto de Bruce Springsteen, fui con mi hija y con unas
setenta mil personas más; a lo largo de dos meses Sprinsteen creo que va a dar
seis conciertos en España lo que determinará que más de trescientas mil almas
pudieron o van a poder disfrutar de él durante esta extraña primavera.
Supongo
que cada uno de los asistentes tendrá sus razones o su pequeña historia que le
lleva a ver a este tipo tan peculiar, he oído justificaciones muy
trascendentes, hay quien considera incluso que es un miembro más de la familia,
un colega. En mi caso, que llevo viéndole con asiduidad desde el año 1988 –
casi 25 años – me conformo con la razón que me ha dado mi hija, que me acompañó
por primera vez cuando tenía poco más de siete años: Bruce le pone contenta. Es
más que suficiente. Detrás de nosotros había un matrimonio que rondaba los setenta
años con pinta de señores más que respetables, que se abrazaron cuando el jefe
se puso a cantar The River; yo mismo me puse a dar saltos cuando arrancó con el
Waiting on a sunny day (http://www.youtube.com/watch?v=1bnLcqNPgks),
en sus años locos solía sacar a una chica a bailar el Dancing in the dark,
ahora se conforma con buscar a un niño de entre el público para que tararee con
él el estribillo.
Históricamente
las estrellas del rock eran sujetos poco dados a veleidades gastronómicas,
mucho tabaco, cerveza, wishkies, hamburguesas, patatas fritas, pollos y cualquier otro tipo de sustancia extraña.
Poco a poco los grandes astros han ido perfilando su proyección hasta
convertirse – los que han sobrevivido – en iconos de la vida sana. Atrás quedan
los excesos, estos grandes dinosaurios se alojan en los mejores hoteles,
consumen litros y litros de agua mineral y frutas.
Cada
vez que uno de estas bandas visita una ciudad europea surgen cientos de
leyendas y mitos urbanos sobre sus hábitos en la ciudad, el hotel en el que
alojan, sus caprichos. Podría seguirse el rastro en Madrid, Barcelona, Sevilla
o San Sebastián de los bares y restaurantes en los que se dice que se ha visto
a Springsteen o a parte de su troupe.
En
Barcelona indistintamente se afirma que pudo ser visto comiéndose una paella a
deshoras en la playa, en el Escribá, o comiendo marisco a altas horas de la
madrugada en el Botafumeiro; en San Sebastián dicen que frecuenta el Morgan y
en Sevilla que le han visto tapear por Triana. En Madrid, junto al metro Sevilla,
hay una taberna en la que el dueño aparece flanqueado por Patty y Springsteen
en una visita anterior. Todas ellas son leyendas urbanas.
Quienes
no sean muy amigos de este tipo de follones seguro que dirán que Bruce, como
los Rolling, como U2, Coldplay, los Police, Pink Floyd … son tan productos de mercadotécnica
como los niñatos y niñatas que triunfan en las radioformulas, no descarto que
tengan razón y que midan al milímetro cada concierto para conectar con la gente
y hacerse con el público. Lo que sí puedo asegurar es que esto del Rock’n’Roll
pone a la gente contenta – que no es poco – y que la gente que escucha con
devoción el R’n’R suele tener uno de los secretos de la eterna juventud. Hay
que pensar que Springsteen ha cumplido ya 63 palos – nació el 23 de septiembre
de 1949. Conozco a muy poca gente con esta edad, incluso con 10 años menos, con
la energía suficiente para estar sin parar sobre un escenario más de tres horas
a base de saltos, carreras y berridos. It’s Only Rock’n’Roll … but I like It.
Nuestro
concierto terminó pasada la una y media de la mañana, después de tres horas y veinte
minutos sin descanso; se le vio apurar dos cervezas grandes de un solo trago,
probablemente sin alcohol. Tengo dudas más que razonables de que se marchara de
farra tras el concierto, sobre todo porque al día siguiente le tocaba actuar de
nuevo. Ni paellas de madrugada, ni bandejas de marisco con albariño.
Aseguran
que el grupo se alojaba en el Hotel Arts de Barcelona, allí regenta uno de los
restaurantes Paco Pérez, el jefe del Miramar de Llança, si se revisa la carta
se encuentran algunos platos más acordes con el aspecto actual de este rockero
vigoréxico; de no haber visto la carta de la Enoteca hubiera asegurado que
Bruce esa noche cenó una ensalada Cesar, rostbeef y mucha fruta, con la carta
en la mano puede que aceptara algunos ajustes: De primero unas sardinas sobre
un lecho de ajoblanco, con manzana y uvas pasas; de segundo Lomo Wagyu asado
con berenjena y soufflé de patatas, de postre fruta en abundancia. Cerveza y
agua en abundancia.
Copio
de un buen blog – mercado calabajio - la receta auténtica de la ensalada Cesar:
“ Según la escritora e historiadora Julia Child (Julia Child’s Kitchen), usó
ingredientes que son básicos en la cocina italiana, él tomó la lechuga
(romana), el aceite de oliva aromatizado con ajo, sal, pimienta, el jugo de un
limón, queso parmesano, cuscurrones (croutons), la salsa Worcestershire, y
huevos frescos (no usó anchoas ni mayonesas). Quién le iba a decir que con los
años crearía una ensalada que trascendiera tanto y ganara tantos adeptos. Según
cuentan, la gente empezó a escurrir muy rápidamente esta moda y de forma masiva”.
Esta base tan sencilla acepta todo tipo de variantes, hasta el punto de que
damos por buena la ensalada cesar que mezcla distintos tipos de lechuga, la que
usa lascas de parmesano, la que tolera tiras de pechuga de pollo asada o a la
plancha, incluso anchoas encurtidas. Habrá que esperar al libro de cocina de
Bruce.
Como
cuadro no cabe duda que Warhol, no sólo por su afición a pintar estrellas del
rock, es el pintor adecuado para el Rock.
Me ha gustado mucho la respuesta de tu hija al definir el estado en que la deja el ir a un concierto del boss "me pone contenta", yo encuentro que es una definición preciosa y que abarca muchas sensaciones. La ensalada césar siempre que la he pedido me la han puesto con muy diferentes ingredientes, y ahora tanto a la hora de la comida como de la cena me ponen ensaladas muy diversas, me voy a hacer especialista en ellas. Jubi
ResponderEliminarDos de mis numerosos estuvieron en el concierto, disfrutaron como todos los que fuisteis
ResponderEliminarLa ensalada Cèsar es muy socorrida