Quien lea esta
entrada dirá, con razón, que no soy objetivo. Mi bisabuelo por parte de madre
era ya funcionario público y, por lo menos desde entonces, se han encadenado
hasta cinco generaciones de funcionarios públicos porque mi hija, que terminó
medicina hace cuatro años, está ya como médico residente en un hospital de los
más importantes de Barcelona. Más de 150 años de función pública corren por mis
venas.
Tal vez por esos
antecedentes disfruto de cierto placer morboso al leer el Boletín Oficial del
Estado, me gusta bucear por el proceloso mundo de reales decretos, reglamentos
y órdenes ministeriales. No es sencillo, no lo ponen sencillo, pero termino por
identificar cierta armonía entre las disposiciones legales, incluso cierta
poética en las instrucciones que pueda dar un subsecretario de un negociado
perdido debajo de una escalera en un ministerio.
Se dice que la
administración es ineficiente, más organizada y peor servida. Que los
funcionarios somos todos unos enchufados, unos privilegiados o, directamente,
unos vagos. Todavía no nos hemos sacudido al imagen galdosiana del chupatintas.
Todo puede que sea
verdad, sin duda se podría estructurar de modo más eficiente. Pero lo cierto es
que cuando truena, y estos días está tronando y tronará mucho más, todo el
mundo termina mirando hacia lo público.
No sé qué hubiera
sido de este país sin la sanidad pública, pero también sin la policía, sin el
ejército, sin los servicios de basura de los ayuntamientos, sin los conductores
de los autobuses y los metros, sin los servicios sociales, aunque los hubieran
recortado hasta el mínimo tras la crisis del 2007.
Seguramente todo se
podría haber hecho mucho mejor, sin duda, pero el músculo de lo público está
siendo esencial para que el país no se desmorone. Porque cuando pintan bastos
el mercado se contrae y todo se fía al buen corazón de algún filántropo, que
algo ayuda, pero es el sector público el que, zarandeado, dedica todas las
horas y esfuerzos del mundo por ayudar a la gente sin tener en cuenta si a
final de mes su nómina va a llegar entera.
Durante los últimos
días en Cataluña la sanidad privada ha solicitado la suspensión temporal de más
de 18.000 empleos, es decir, más de 18.000 sanitarios del sector privado han
dejado su puesto de trabajo y esperan que, a finales de abril, la administración
les pague parte de su salario. Tiene huevos que una parte importante del sector
sanitario catalán, uno de los más importantes de toda España, haya arrugado su
músculo y se haya ido confinada a casa, mientras sus compañeros de la pública
doblaban jornadas.
Todo el mundo
critica al gobierno, con razón, pero a la vez espera que lo público le saque
las castañas del fuego, garanticen ayudas, pensiones y subsidios.
Cuando salgamos de
todo este lío habrá que volver la vista al sector privado, habrá que esperar a
que el mercado recupere su ritmo y, con ese ritmo, pueda crear empleo y bien
estar, aunque no debe olvidarse que cuando el mercado crea riqueza el
porcentaje que revierte en la sociedad no es todo lo óptimo que nos gustaría,
la globalización se lleva parte de las ganancias a rincones en los que no es
sencilla la fiscalización y algunos mercaderes, no todos gracias a dios,
prefieren un yate grande que subir un 3% el salario a sus empleados.
Por eso espero que
cuando se nos pase el susto no se nos olvide lo importante que es lo público,
que se planteen todas las racionalizaciones y restructuraciones que sean necesarias
para que lo público sea ágil, eficaz y transparente, pero que no se postergue
lo público porque cuando pinten de nuevo bastos, que pintarán, volverá a ser
necesario que el sector público salga al rescate.
La administración
pública es la que puede evitar que la brecha social, económica y cultural no
sea definitivamente insalvable. Puede que por ese prurito público yo hice mi
declaración de la renta del año nada más abrirse el período para hacerla, me
sale a pagar, ya me retienen más de un 30% durante el año. Puede que haya sido
uno de los primeros ciudadanos en hacer la declaración de la renta este año.
Soy optimista.
Boccaccio sigue la
cuarta jornada con historias truculentas. Esta vez, en la cuarta novela de la
cuarta jornada, un abuelo prefiere sacrificar a su nieto que perder su
prestigio. Ya lo dice Boccaccio «queriendo
antes quedarse sin nieto que tenido por un rey sin honor».
Elijo una receta
afrancesada de la Marquesa de Parabere, la base para hacer los macarrones (los macarons parisinos). Los franceses han
sido desde siempre unos grandes defensores de lo público. La receta es muy
sencilla. Para la base de los macarrones se necesitan 250 gramos de almendra
cruda molina, 250 gramos de azúcar glas, 2 claras de huevo.
Se baten las claras
hasta conseguir un punto de nieve firme. Cuando estén bien batidos se añaden
las almendras y el azúcar sin dejar de batir. La mezcla pierde altura, pero
gana en consistente. Se pone el horno a 120º y se distribuye la masa en
pequeños montoncitos, en forma de discos, debidamente separados, por algo
crecen. En 20 ó 25 minutos están hechos. Han de quedar firmes y ligeramente
tostados.
Hechas las tapas de
los macarrones, mañana trabajo en una crema gustosa con la que pueda
rellenarlos.
Hoy Hopper nos
regala a un burócrata mirando al infinito. En honor a los subsecretarios con
alma de poeta.
En mi caso no tengo nada en contra de lo público ni de los funcionarios y menos aún de los grupos de ellos que usted menciona pero sí soy enemigo de la burocracia, la reglamentación excesiva ,el intervencionismo, el abuso de autoridad y otros muchos defectos asociados, curiosamente, con el mayor tamaño de la cosa pública.
ResponderEliminarPara cualquier cosa que no sea esto creo que los funcionarios pueden contar con el apoyo entusiasta de casi todo el mundo.
Estoy deacuerdo contigo Juan. Las administraciones públicas en España tienen muchos problemas, descoordinación y solapamiento de funciones. Hay mucho por hacer.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
Quizás sería bueno que los funcionarios buscarán fórmulas para no depender tanto del poder político a la hora de proponer y hacer visibles las mejoras que necesitáis y necesitamos.
EliminarEsto vale para casi todo en general, yo creo que el principal problema de España es que no tiene una sociedad civil y delega en exceso en los partidos