sábado, 11 de abril de 2020

Capítulo DXXVI.- Diez Jornadas (4.1.). Sábado de Gloria.

«No es sencillo arrancar una iniciativa como ésta. Da cierto vértigo valorar si este blog va a ser una experiencia personal o colectiva, si voy a ser capaz de proponer algo distinto de lo que ya aparece en cientos de páginas y espacios virtuales destinados a un tema tan de moda como el de la cocina»
Así empecé el 11 de abril de 2011 el blog de Un Diletante en la Cocina (https://undiletanteenlacocina.blogspot.com/2011/04/cap-i-presentacion-la-busqueda-del-menu.html), a las 10 menos 10 de la noche.
La primera entrada se titulaba La búsqueda del menú perfecto. Nueve años después sigo buscando esa combinación perfecta de platos y recetas en un entorno ideal.  Fue mi mujer la que me convenció de abrir el blog, ir reseñando las recetas y las experiencias en torno a la gastronomía.
Recuerdo que hubo quien me dijo que en unas semanas o meses abandonaría el proyecto, de hecho, algunos blogueros que empezaron poco más o menos cuando empecé yo ya han desaparecido de la faz de las redes. Yo sigo, a veces tardo más de un mes en colgar una entrada, pero lo cierto es que en 9 años he escrito más de 500 entradas. La media es de una entrada cada 6 días (aunque he de reconocer que las 30 entradas de la temporada de confinamiento han incrementado algo la media).
Quedo contento si me visitan 30 ó 40 personas al día, aunque ha habido momentos y entradas en las que he alcanzado las 500 visitas diarias, siempre por razones coyunturales o porque los boots rusos, italianos o norteamericanos quedan intrigados por mi ID. Reconozco que a veces utilizo palabras en inglés, francés o italiano para despertar la curiosidad de personas de otros países.
Sé que un círculo reducido de amigos y familiares me siguen con razonable fidelidad, tampoco les pido un seguimiento absoluto, pero sí que se asomen de vez en cuando.
A la vez que empecé a escribir el blog empecé también a leerme la Búsqueda del Tiempo Perdido de Marcel Proust, justo durante el mes de febrero empecé a leerme el séptimo tomo, el Tiempo Recobrado. Espero terminarlo durante el mes de abril, me cuesta un poco avanzar, me conformo con cuatro o cinco páginas diarias. En alguna ocasión he escrito sobre los platos que aparecen en esa tremenda novela que empecé a leer por primera vez con 16 años y hasta casi 55 no la terminaré.
No sé si ha sido mi Tourmalet, o mi Alpe D`Huez, con sus 21 curvas en forma de herradura. Tras nueve años, me quedan las últimas revueltas. Me siento como Perico Delgado en 1988, un 24 de junio. Yo me he preparado como se preparó Perico para coronar D’Huez, me he leído dos biografías de Proust y muchos ensayos, ahora, cuando el protagonista regresa al palacio de la Princesa de Guermantes en plena I Guerra Mundial, veo cerca la meta. Guardo muchas notas y referencias, pero tengo la sensación de haberme perdido muchas cosas.
No sé si cuando termine el último tomo me atreveré a empezarlo de nuevo o si cambiaré de reto (los Episodios Nacionales tal vez).
Como diletante, no he tenido nunca un plan determinado, sí que me he fijado algunos retos, como las pequeñas novelillas que he escrito algunos verano, o el proyecto Decameron/Covid-19, del que llevo treinta y una entradas de las cien posibles.
Estos días en los que estoy cocinando con los niños, les cuento que cuando tengan cincuenta años y quieran recordar cómo fue su infancia o su adolescencia, cuando quieran cocinar, sólo tendrán que teclear en google el nombre del Diletante y la receta que busquen para tener un destello de este tiempo que ahora vivimos con intensidad y que se convertirá en pasado rápidamente.
Me gustaría ser capaz de hacer una guía referenciada de todas las recetas completas que he recopilado como Diletante. Es una tarea trabajosa que espero completar. Si la cuarentena se alarga mucho, no descarto volver a mi hoja exel en la que voy recogiendo las viejas recetas, ordenándolas alfabéticamente.
Mientras tanto, la novelilla de hoy del Decamerón es un tragedión en toda regla. Cuenta la historia de un padre que no tolera los amoríos de su hija y que decide asesinar  y descorazonar al amante de su hija. La chica, despechada, cuando recibe el corazón de su amado en una copa, le añade unos polvos venenosos a la sangre y se suicida, descorazonada también. Los cuentos propuestos para la cuarta jornada tienen toda la pinta de ser trágicos ya que el rey de turno ha pedido que las 10 historias sean de amores infelices.
He pasado un rato divertido cocinando en línea con los amigos, una caldereta de cordero/ternera al vino que ha sido muy divertida de hacer. Es de esas cosas que quedan para siempre.
Con la Marquesa abordo el capítulo de las compotas, tomo como referencia la receta de la compota de peras. Se necesitan 9 peras de unos 100 gramos de peso cada uno, 100 gramos de azúcar, un vaso de agua, y un vaso corto de vino tinto. La receta se aromatiza con canela o con vainilla.
La marquesa, que es divina entre las mujeres, empieza las indicaciones con un Escójanse unas peras imperiales de carne rosada y de un tamaño parecido. Se mondan, se limpian y se ponen a cocer enteras, con su rabo. Recomienda que se cuezan en una cacerola de porcelana, que venga justa.
Se espolvorea el azúcar entre las peras peladas, se vierte el agua y el vino, con el aromatizante elegido. Se ponen a fuego vivo, al principio, y cuando rompa a hervir se baja la lumbre y se tapan, dejando que se cuezan durante 50 minutos (en función de la calidad y tamaño de la pera). Han de quedar blandas y enteras.
El caldillo que sueltan deja un almíbar espeso. Se retiran las peras y se deja reducir el caldillo, para que termine de espesar.
La marquesa propone que se sirvan las peras enteras y que se añada el almíbar sobre ellas al colocarlas en el plato.
El primer cuadro lo colgué el 25 de abril de 2011, un cuadro de David Hockney. Elegí como icono del blog un cuadro de Edward Hopper, que me ha acompañado durante todos estos años, en los que he utilizado más de 500 cuadros, lo que me ha permitido a muchos artistas, como a LaSidoner, a Chardín o a Richter.
Gerghard Richter tenía programado hasta el mes de julio una exposición en el Metropolitan de New York, ahora sólo es posible recorrerla virtualmente (https://www.metmuseum.org/metmedia/video/collections/modern/gerhard-richter-exhibition-tour?utm_medium=email&utm_source=Museum&utm_campaign=2020_0411_Met_Richter_Visit&cs=).

Hoy, pasados 9 años, puedo permitirme el lujo de que Hopper os mire a todos de frente, y que Richter pinte el caos de estos días.
Edward Hopper

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por los comentarios, es la única manera de poder mejorar. Esta página surge por la necesidad de compartir algunas inquietudes, de ahí la importancia de tu mensaje.