«No es sencillo arrancar una iniciativa como ésta. Da
cierto vértigo valorar si este blog va a ser una experiencia personal o
colectiva, si voy a ser capaz de proponer algo distinto de lo que ya aparece en
cientos de páginas y espacios virtuales destinados a un tema tan de moda como
el de la cocina»
Así empecé el 11 de
abril de 2011 el blog de Un Diletante en la Cocina (https://undiletanteenlacocina.blogspot.com/2011/04/cap-i-presentacion-la-busqueda-del-menu.html), a las 10 menos 10 de la noche.
La primera entrada
se titulaba La búsqueda del menú perfecto. Nueve años después sigo buscando esa
combinación perfecta de platos y recetas en un entorno ideal. Fue mi mujer la que me convenció de abrir el
blog, ir reseñando las recetas y las experiencias en torno a la gastronomía.
Recuerdo que hubo
quien me dijo que en unas semanas o meses abandonaría el proyecto, de hecho,
algunos blogueros que empezaron poco más o menos cuando empecé yo ya han
desaparecido de la faz de las redes. Yo sigo, a veces tardo más de un mes en
colgar una entrada, pero lo cierto es que en 9 años he escrito más de 500 entradas.
La media es de una entrada cada 6 días (aunque he de reconocer que las 30
entradas de la temporada de confinamiento han incrementado algo la media).
Quedo contento si
me visitan 30 ó 40 personas al día, aunque ha habido momentos y entradas en las
que he alcanzado las 500 visitas diarias, siempre por razones coyunturales o
porque los boots rusos, italianos o norteamericanos quedan intrigados por mi
ID. Reconozco que a veces utilizo palabras en inglés, francés o italiano para
despertar la curiosidad de personas de otros países.
Sé que un círculo
reducido de amigos y familiares me siguen con razonable fidelidad, tampoco les
pido un seguimiento absoluto, pero sí que se asomen de vez en cuando.
A la vez que empecé
a escribir el blog empecé también a leerme la Búsqueda del Tiempo Perdido de
Marcel Proust, justo durante el mes de febrero empecé a leerme el séptimo tomo,
el Tiempo Recobrado. Espero terminarlo durante el mes de abril, me cuesta un
poco avanzar, me conformo con cuatro o cinco páginas diarias. En alguna ocasión
he escrito sobre los platos que aparecen en esa tremenda novela que empecé a
leer por primera vez con 16 años y hasta casi 55 no la terminaré.
No sé si ha sido mi
Tourmalet, o mi Alpe D`Huez, con sus 21 curvas en forma de herradura. Tras
nueve años, me quedan las últimas revueltas. Me siento como Perico Delgado en
1988, un 24 de junio. Yo me he preparado como se preparó Perico para coronar D’Huez,
me he leído dos biografías de Proust y muchos ensayos, ahora, cuando el
protagonista regresa al palacio de la Princesa de Guermantes en plena I Guerra
Mundial, veo cerca la meta. Guardo muchas notas y referencias, pero tengo la
sensación de haberme perdido muchas cosas.
No sé si cuando
termine el último tomo me atreveré a empezarlo de nuevo o si cambiaré de reto
(los Episodios Nacionales tal vez).
Como diletante, no
he tenido nunca un plan determinado, sí que me he fijado algunos retos, como
las pequeñas novelillas que he escrito algunos verano, o el proyecto
Decameron/Covid-19, del que llevo treinta y una entradas de las cien posibles.
Estos días en los
que estoy cocinando con los niños, les cuento que cuando tengan cincuenta años
y quieran recordar cómo fue su infancia o su adolescencia, cuando quieran
cocinar, sólo tendrán que teclear en google el nombre del Diletante y la receta
que busquen para tener un destello de este tiempo que ahora vivimos con
intensidad y que se convertirá en pasado rápidamente.
Me gustaría ser
capaz de hacer una guía referenciada de todas las recetas completas que he
recopilado como Diletante. Es una tarea trabajosa que espero completar. Si la
cuarentena se alarga mucho, no descarto volver a mi hoja exel en la que voy
recogiendo las viejas recetas, ordenándolas alfabéticamente.
Mientras tanto, la
novelilla de hoy del Decamerón es un tragedión en toda regla. Cuenta la
historia de un padre que no tolera los amoríos de su hija y que decide
asesinar y descorazonar al amante de su
hija. La chica, despechada, cuando recibe el corazón de su amado en una copa,
le añade unos polvos venenosos a la sangre y se suicida, descorazonada también.
Los cuentos propuestos para la cuarta jornada tienen toda la pinta de ser
trágicos ya que el rey de turno ha pedido que las 10 historias sean de amores
infelices.
He pasado un rato
divertido cocinando en línea con los amigos, una caldereta de cordero/ternera
al vino que ha sido muy divertida de hacer. Es de esas cosas que quedan para
siempre.
Con la Marquesa abordo
el capítulo de las compotas, tomo como referencia la receta de la compota de
peras. Se necesitan 9 peras de unos 100 gramos de peso cada uno, 100 gramos de azúcar,
un vaso de agua, y un vaso corto de vino tinto. La receta se aromatiza con
canela o con vainilla.
La marquesa, que es
divina entre las mujeres, empieza las indicaciones con un Escójanse unas peras
imperiales de carne rosada y de un tamaño parecido. Se mondan, se limpian y se
ponen a cocer enteras, con su rabo. Recomienda que se cuezan en una cacerola de
porcelana, que venga justa.
Se espolvorea el azúcar
entre las peras peladas, se vierte el agua y el vino, con el aromatizante
elegido. Se ponen a fuego vivo, al principio, y cuando rompa a hervir se baja
la lumbre y se tapan, dejando que se cuezan durante 50 minutos (en función de
la calidad y tamaño de la pera). Han de quedar blandas y enteras.
El caldillo que
sueltan deja un almíbar espeso. Se retiran las peras y se deja reducir el
caldillo, para que termine de espesar.
La marquesa propone
que se sirvan las peras enteras y que se añada el almíbar sobre ellas al
colocarlas en el plato.
El primer cuadro lo
colgué el 25 de abril de 2011, un cuadro de David Hockney. Elegí como icono del
blog un cuadro de Edward Hopper, que me ha acompañado durante todos estos años,
en los que he utilizado más de 500 cuadros, lo que me ha permitido a muchos
artistas, como a LaSidoner, a Chardín o a Richter.
Gerghard Richter
tenía programado hasta el mes de julio una exposición en el Metropolitan de New
York, ahora sólo es posible recorrerla virtualmente (https://www.metmuseum.org/metmedia/video/collections/modern/gerhard-richter-exhibition-tour?utm_medium=email&utm_source=Museum&utm_campaign=2020_0411_Met_Richter_Visit&cs=).
Hoy, pasados 9
años, puedo permitirme el lujo de que Hopper os mire a todos de frente, y que Richter
pinte el caos de estos días.
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