lunes, 20 de abril de 2020

Capítulo DXXXV.- Diez jornadas (4.10). Indolencia.

Tercer día de lluvia. Mañana anuncian también tormentas. Definitivamente nos instalamos en noviembre, no sé si del año pasado o del que viene.
Boccaccio agota el último relato de la cuarta jornada. Amores imposibles con final trágico. De nuevo una mujer joven que casa con un burgués mucho mayor, un médico que, a juicio de Boccaccio: « es verdad que ella la mayor parte del tiempo
estaba resfriada, como quien en la cama no estaba por el marido bien cubierta».
En esta ocasión el amante termina narcotizado y escondido en un baúl que roban unos usureros.
Los agoreros aseguran que bares y restaurantes serán los últimos en abrir, quizá un poco antes de los conciertos y grandes convocatorias. Un drama para el Atleti, que para un año que tenía opciones de ganar la Champions después de liquidar al Liverpool, va a resultar que se cancela el torneo. Este año, que había conseguido entradas para ver a Bryan Ferry y a Men at Work me voy a quedar con las ganas.
Estoy convencido de que volveremos a disfrutar de los bares y de los restaurantes. Que podremos acodarnos en la barra y pedir un pincho de tortilla, o reservar en un restaurante sofisticado para dejarnos seducir por un menú maravilloso, lleno de sorpresas.
Mientras llega ese día, nos queda cocinar en casa, como hacían las madres lionesas en el siglo XVIII, antes de que se abrieran los primeros restaurantes.
La tarde de hoy es una tarde anodina, de las que cuesta tomar decisiones, incluso las más ligeras.
Me animo con la receta de las galletas bretonas, unas pasta sencillas que se hacen con medio kilo de harina de fuerza, un cuarto de kilo de azúcar glas, otro cuarto de kilo de mantequilla en pomada, otro cuarto de kilo de fruta confitada (cortezas de limón y naranja van bien también), 125 gramos de almendras molidas y 3 huevos.
Se coloca la harina en el centro de una mesa de mármol, haciendo un pequeño volcán en el centro donde se pone el resto de ingredientes. Se van trabajando con fuerza hasta que quede una masa compacta (aunque la marquesa propone que se mezclen todos los ingredientes a la vez, es más operativo si primero se añade el azúcar, la fruta, la almendra picada, después los huevos y, finalmente, la mantequilla bien ablandada.
Se aplana la masa con ayuda de un rodillo y se corta en cuadrados o en discos pequeños.
Hay que cocer las galletas a temperatura fuerte, sobre papel satinado para que no se peguen.
A medio cocer se espolvorea un poco de azúcar glas para que queden lustrosas. Han de quedar bien tostadas.

Hoy Hopper anda con la galvana, deja unas escaleras, eso sí, de París.
Stairway at 48 rue de Lille Paris, 1906 - Edward Hopper

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