sábado, 15 de septiembre de 2018

Capítulo CDLVI.- Musas, cúrcuma, pollo, Rothko y monotonía.


Hay temporadas a las que no abandonan las musas, cuesta escribir y, lo que resulta más preocupante, cuesta encontrar recetas nuevas.

Decía Picasso que mejor que la inspiración te coja trabajando, así que, tras varios días con dudas, me he puesto delante de la pantalla de ordenador a la espera de la inspiración. Recuerdo una vieja canción de Serrat que hablaba de esas crisis de creatividad (https://www.youtube.com/watch?v=7XiYsetNzcg) y las musas que se van de vacaciones.

Parece que el mes de agosto te llene la cabeza de ideas y de proyectos nuevos, pero cuando regresas a las rutinas casi todo se diluye, supongo que es lo que llaman vuelta a la normalidad.

Cocinar no deja de ser una rutina y, como todas las rutinas, puede terminar haciéndose mecánicamente. He estado leyendo cosas sobre cocina, en concreto, sobre la cúrcuma (una de las maneras de disimular la falta de inspiración es buscar productos exóticos). Todas las webs que he consultado dan la misma información, copias literales en la mayoría de los casos. En estos tiempos en los que todo el mundo habla de plagios y de pocos esfuerzos intelectuales, en tiempos del corta y pega, de la Wikipedia y los rastreos por internet, estas prácticas son habituales y, hasta ahora, poco sancionadas. Quien no recuerda a un amigo que te haya tomado el pelo por haberte dedicado a estudiar en vez de hacer un socorrido fusilamiento de un texto anterior, por descontado, sin citar las fuentes. Así se ha construido una parte importante del prestigio de muchas personas influyentes en este país.

Llevo años usando la cúrcuma para cocinar, al principio lo hacía de modo inconsciente (la cúrcuma es el ingrediente esencial del colorante de paellas, forma parte también de casi todos los curris que venden envasados). Hace ya unos meses que la compro a granel, normalmente en polvo, aunque alguna vez he comprado el rizoma.

La cúrcuma tiene un punto amargo y picante que le da profundidad y color a los guisos.

Una de las cosas que he aprendido de mi deambular es que la cúrcuma aunque tiene origen oriental (Polinesia), sin embargo, se da bien en el clima mediterráneo, sobre todo en la costa más húmeda y cálida. La cúrcuma es un rizoma, una raíz similar al jengibre, que normalmente se consume seca y en polvo, aunque cada vez se ven más los tubérculos frescos en las fruterías, aunque es un poco cara.

Después de darle muchas vueltas, al final he decidido hacer una receta mestiza, mezclando productos extraños y técnicas propias.

Para arrancar, necesito tres pechugas de pollo cortadas en filetes, para hacer unas tiras. Las salpimentó y las adobo con una pizca de cúrcuma y una pizca de comino en polvo.

Pongo en el wok un poco de mantequilla (150 gramos) a fuego muy suave, con un chorro de aceite. En cuanto se deshace la mantequilla voy sofriendo con la llama al mínimo las tiras de pollo. Las paso por la sartén y las reservo en una bandeja. Enseguida la grasa se tinta de un naranja intenso. Apago el fuego después de terminar de sofreír las pechugas, en esa grasa haré la salsa de el guiso.

En un mortero rallo una pizca de cúrcuma fresca, una pizca es un trocito más pequeño que la uña de mi dedo meñique, pelo y rallo también otra pizca de jengibre, una guindilla, una cucharadita de café de semillas de comino, un diente de ajo, una pizca de sal y un puñado de anacardos. Hay que majarlo bien hasta que quede una pasta rojiza, una especie de curri que servirá de base para el guiso.

Es hora de encender de nuevo el wok, dejar que tome un poco de temperatura la mantequilla deshecha. Rectificar con un poco de aceite de oliva. Picar una cebolla en juliana fina y rehogarla sin que se tueste. Cuando la cebolla esté atontada se añade la pasta de especias machacada y se diluye en la grasa para que tome color, dicen que las especias se potencian mucho cuando se rehogan un poco.

Toca ahora añadir las tiras de pollo para que terminen de guisarse, un vasito de agua o de caldo suave de pollo y un yogurt griego. Se mezcla todo bien hasta que quede una salsa cremosa (el yogurt suaviza mucho el picante y le da un toque untoso al guiso). No hace falta que cueza mucho, han de quedar las tiras de pechuga bien empapadas de la salsa entre rojiza y anaranjada. Se apaga el fuego y se deja reposar unos minutos.

El guiso puede servirse con un poco de arroz basmati previamente hervido y condimentado con comino.

Para acompañar el plato, además de la canción de Serrat sobre la falta de inspiración, un cuadro de Rothko, tan espiritual como monótono, igual que una mañana de sábado nublada de septiembre. Los naranjas, rojos y amarillos de Rothko encajan muy bien con una receta que use y espero que no abuse de la cúrcuma (no hay que abusar de ella, con una cucharadita de café es suficiente).
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1 comentario:

  1. Creo que nunca he probado nada que lleve cúrcuma, pero he comido por primera vez unas "patatas a la importancia" en una boda "muy peculiar" como aperitivo, imaginaros como fue el resto del menú "contundente". Jubi

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