EUDEMONOLOGIA//EUDEMONIACOS.- Esta palabra
de origen griego aúna el término Eudemos (felicidad), logos (tratado); el
eudemoniaco sería el obsesionado por la felicidad. La palabra la utiliza por
primera vez Arthur Schopenhauer, el filósofo alemán que construyó una
aproximación filosófica al pesimismo en el a principios del siglo XIX.
Me sorprendió que un tipo como Schopenhauer
hubiera escrito un libro de aforismos dedicado a la felicidad – El arte de ser
felices – un librillo de apenas 70 páginas que recoge 50 ideas sobre el modo de
ser feliz – Editorial Herder.
Estos días prenavideños que he andado un
poco despistado, yendo de la Ceca a la Meca, me ha venido muy bien leerme esta
recopilación de frases sobre la felicidad. Schopenhauer, que en su vida privada
no fue la alegría de la huerta, sin embargo establece como primera premisa de la
felicidad la alegría de ánimo. La segunda de las premisas es no ser envidioso,
recurre Séneca para recordar que nunca será feliz quien se atormenta de otro
más feliz que él.
En un arranque de semana un tanto agitado
que me ha llevado de Tenerife a Santander pasando por Palma de Mallorca y
Bilbao, cuidando de dormir en casa cada noche, me ha venido muy bien leer sobre
la felicidad en aviones y aeropuertos. Tan concentrado he estado en la
felicidad que parecía que me hubiera olvidado de la cocina, absolutamente
eudemoniaco, aunque leer sobre la felicidad me ha ayudado a planificar las
cenas de estos días.
De momento adelanto una de las ideas,
homenaje a una amiga que destrozó ayer por la noche una vinagreta de mostaza
por precipitarse.
Uno de los platos que querría hacer para la
comida de navidad es una terrina de conejo con mostaza y oporto.
600 gramos de carne de conejo (limpia de
huesos), 150 gramos de panceta, 125 gramos de hígado de conejo, dos cucharadas
de mostaza cremosa de dijón, 3 huevos, 60 gramos de pan rallado, 50 gramos de
pistachos pelados (se pueden sustituir por nueces peladas o por piñones), 1
cucharadita de romero fresco o 1/2 de seco, 1 chorro de vino de Oporto y un
vaso de vino blanco seco, sal, pimienta.
Se precalienta el horno a 180º y se coloca
una bandeja con agua – la terrina se cuaja al baño maría.
Las recetas tradicionales parten de los
ingredientes crudos, deshuesando el
conejo y picándola junto a los hígados del
conejo y la panceta. Yo sin embargo prefiero guisar primero el conejo con la
mostaza, para eso sofrío media cebolla con dos dientes de ajo picados, pongo el
conejo troceado con las vísceras y le doy una vuelta para que coja color,
retiro las vísceras – hígado, corazón y riñones, no conviene que se cuezan
mucho -. Disuelvo en el sofrito un par de cucharadas de mostaza, el vaso de
vino blanco y remuevo bien, cubriendo la sartén con agua para que el conejo se
termine de guisar a fuego medio.
Cuando la carne de conejo esté blandita se
aparta del fuego y se deja enfriar para poderlo deshuesar bien, picando la
carne junto con las vísceras.- Bocuse utiliza mollejas en vez de higaditos,
además añade unas espinacas picadas. Al final la terrina permite cualquier
combinación.
Se coloca la carne del conejo en un bol y
se le añade la panceta picada y se mezcla con el romero, los huevos, el pan
rallado, la copita de oporto, los pistachos o el fruto seco elegido, sal y
pimienta molida.
Se mezclan bien todos los ingredientes
hasta obtener un compuesto homogéneo.
Lo volcamos en un molde alargado de una
capacidad de un 1 litro previamente engrasado con mantequilla – hay quien
prepara una capa de lonchas de bacon por toda la superficie del molde -, se
nivela la superficie, lo tapamos con papel de aluminio para evitar que se
reseque por la parte superior.
Se mete el molde en el horno y se deja
cocer hasta que se cuaje – si la carne de conejo estaba cruda se necesita una hora
– al estar ya cocinada se necesita un poco menos, se trata de ir pinchando con
la punta de un cuchillo de vez en cuando hasta que salga limpia. La parte final
– los 10 últimos minutos – se le quita elpapel de aluminio para que se tueste
un poco la parte superior.
Rastreando en internet he encontrado un
cuadro de Matisse que se titula la alegría de vivir, no me parece un mal
cierre.
Después de leer tu blog y haberme despejado con el café mañanero, lo primero que voy a hacer es irme a comprar el libro de El arte de ser feliz, aseguro que no necesito más felicidad de la que tengo pero me apetece mucho leerlo. Después de tantos viajes ¿no terminas descentrado? claro que a cualquiera de los 4 sitios me iría en este momento. La terrina con un buen vinito tinto, estupenda y el Matisse precioso. Jubi
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