Llevo una semana sin tomar café, ni una
gota. Tengo menos molestias de estómago aunque, la verdad sea dicha, sigo sin
dormir bien. Las madrugadas son momentos propicios para leer, sobre todo cosas
inútiles. Ayer me regalaron un libro dedicado a la cocina del antiguo Egipto,
un libro estupendo, de tapa dura, seguramente lleno de ilustraciones – lo tengo
todavía sin quitar el retractilado -, es un libro destinado a ilustrar
cualquiera de mis próximos accesos de insomnio. El libro lo ha editado una
editorial que se encuentra ahora en proceso de liquidación, tiene en el almacén
más de dos millones de libros – no todos sobre la cocina egipcia, aunque no le
andarán muy lejos -; los libros se ofrecen a precio de derribo, 20 céntimos de
euro el ejemplar, se venden casi al peso, sin embargo no hay compradores. Quién
sabe si el libro en papel se convertirá en poco tiempo en un objeto exótico,
como los discos de vinilo. Estamos a las puertas de la desaparición del papel y
yo, sin embargo, estoy pidiendo presupuesto para editar en papel satinado uno
de los bloques de entradas del Diletante, navegar contra corriente, una mala
decisión sobre todo cuando hay temporal.
Ayer por la tarde haciendo una compra
rutinaria de las de lunes – faltaba leche para los niños, champú, agua y algún
congelado – terminé comprándome un codillo en la carnicería, un codillo
mediano, pesaba medio kilo largo, aunque la verdad casi todo termina siendo
hueso.
Puse un chorrito de aceite en la olla expres,
cuando el aceite tomó temperatura coloqué el codillo sobre la zona de más grasa
y dejé que se dorara a fuego suave. Mientras tanto pelé y piqué tres zanahorias
que se habían quedado despistadas en la nevera, ya un poco pocas las pobres.
Pelé y piqué también una cebolla. Incorporé todo a la olla y removí con un
cucharón de madera para que el codillo se terminara de dorar.
Descubrí despistada en la cesta de la fruta
una naranja de las de zumo, llevaba días rondinando la cocina, ya un poco fofa,
la piel había perdido parte de la tersura que tuvo el día que la compramos.
Rallé un poco de piel para aromatizar el guiso antes de hacer un poco de zumo;
como la naranja era buena el zumo tenía una pinta estupenda. Lo incorporé al
guiso y empezó a chisporrotear.
Una cucharadita de postre con sal, un poco
de pimienta molida, albahaca seca que languidecía en un bote de la alacena, una
hoja de laurel y otra cucharadita de comino. Le pegué un meneo final antes de
terminar de cubrir mi codillo con los restos de un caldo hecho durante el fin
de semana. Cocina de aprovechamiento.
Cerré bien la olla y la dejé cociendo
mientras preparaba la cena de los niños – patatas fritas y lomo a la plancha -.
El codillo se fue cociendo durante 40 minutos, la cocina olía a guiso de invierno.
Apagué el fuego y dejé que reposara sin abrir.
Hoy, cuando he amanecido, lo primero que he
hecho ha sido abrir la olla, allí estaba mi codillo, había menguado casi un
tercio de su volumen, asomaban por todas partes las aristas de los huesos entre
mollas de carne. El caldo de color naranja, con sus grandes cercos de grasa.
En unos minutos desmigaré el codillo y
apartaré el caldo. A la noche reduciré el caldo a la mitad y seguramente lo
pase por la batidora con una cucharada de mostaza. Cortaré unas patatas en
daditos y las freiré para que me sirvan de guarnición. Tiene tan buena pinta
que cuando llegue esta noche a casa –me toca ir a dar una clase por la tarde a
Zaragoza – no descarto que los niños se lo hayan zampado de cena y mañana me
vea obligado a comprar otro codillo.
He buscado en las hemerotecas virtuales,
pocos pintores se animaban a pintar cerdos; al final he encontrado un cuadro de
Brueghuel que está en un museo en Berlín, el cuadro se titula Proverbios
Holandeses, reproduce varias escenas sobre la matanza del cerdo. Febrero es mes
de matanzas, un buen mes para homenajear al cerdo.
Me gusta esta receta de codillo por aprovechar tantos restos desperdigados en la cocina. La probaré.
ResponderEliminarTomas leche? Has pensado que el dolor de estómago te puede venir por la lactosa?
Mari Carmen
Empezar el día sin un café para mí sería un poco difícil, también tengo problemas de sueño desde hace un montón de años y aunque me "dopo" no logro dormir todo lo que necesito, gracias a una siestecita reparadora, aguanto bien el día. Lo del estómago es otro "estropicio" que debes cuidar. El guiso del codillo para un día como hoy es muy aparente pues es reconfortante y potente, pero mi ilusión es que ya queda un día menos para el verano. Jubi
ResponderEliminarHaz publicidad y cuenta el nombre de la editorial. A ver si venden en internet. Besos, desde.... Qué te dice tu controlador geográfico? ;-) Cuída esa salud!
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