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martes, 6 de diciembre de 2011

CAP.XC.-Unplugged//Frutti di Mare.

Festejos familiares varios. He dormido como un perro inquieto y a las cinco de la mañana estaba ya trajinando por la cocina. Ayer por la tarde un cúmulo de circunstancias adversas hicieron que perdiera el móvil con toda mi agenda y contactos, el capullo que se encontró el teléfono aprovechó para entrar a internet nada más pillarlo y no ha tenido a bien ni contestar mis mensajes ni mucho menos devolverlo, asi que he tenido que darlo de baja. Estoy incomunicado pero sorprendentemente contento, no estoy dispuesto a que nadie me amargue el día de San Nicolás.
Mientras con una oreja gestionaba la suspensión temporal de la línea con la otra intentaba escuchar una receta de la web la receta de la felicidad, un bizcocho de chocolate y vainilla a rayas, una pasada. La chica que gestiona la web es una artista, mañana voy a tunearle otra receta.
Para comer mi mujer tenía capricho de una pasta fruti di mare y me he puesto manos a la obra. Unos amigos nos trajeron hace muchos meses unos espaguetis negros, de los que se hacen con tinta de sepia. Con la mejor de mis sonrisas he fileteado un par de ajos, tres cebollas en juliana, tres zanahorias y lbahaca fresca, lo he rehogado a fuego muy bajo con una punta de sal, un poco de pimienta negra y una pizca de azucar.
Cuando la cebolla estaba confitada he añadido seis tomates de pera partidos en cuartos y he dejado se fuera fundiendo con el sofrito, la cocina estaba a toda marcha ya que entre medias iba haciendo el bizcocho y adelantando algunos platos para la cena de mañana.
He puesto una olla grande colmada de agua para hervir la pasta y una plancha para pasar unas gambas.
En la sartén en la que tenía el sofrito he añadido medio kilo largo de berberechos frescos y otro medio de mejillones. Se han abierto enseguida y han sudado bien sobre el tomate frito.
Teníamos en casa ya a todos los invitados cuando he montado el plato del modo siguiente:
Un trozo grande de papel de plata con unas hojas de albahaca fresca, cuatro o cinco berberechos recien abiertos, tres mejillones y dos gambas a la plancha, sobre ellos una ración generosa de la pasta fresca hervida y dos o tres cucharones colmados de la salsa de tomate sofrita y humeante. Cerramos el papillote y lo dejamos el el horno a toda pastilla para que le de un buen golpe de calor que amalgame los sabores.
El paquetito va a la mesa cerrado y al abrirlo le añadimos un chorrito de aceite de oliva virgen. Sólo el juego de colores entre el negro de la pasta, los coralinos naranjas de los berberechos y el mejillón, el verde de la albahaca, el rojo de la salsa de tomate, todo abrillantado por el caldillo y el aceite, con los reflejos plateados del envoltorio. Además me ha salido francamente buena, o puede que los comensales estuvieran hambrientos.
Para el capullo que ha decidido apropiarse de mi movil y de mi memoria y que me ha dejado deliciosamente desconectado durante los próximos días le ofrezco este grabado de Brueghel el viejo, ´no será difícil con cual de los pescados identifico a mi captor.  La fatalidad no conseguirá amargarme este mes de diciembre.