No es que haya llegado el frio de golpe, de
hecho todavía no ha hecho frio, pero lo cierto es que el cambio de hora y los
chaparrones de hoy nos han instalado en lo más profundo del otoño cuando este
fin de semana estuvimos a punto de escaparnos a la playa.
Apetecía ya un poquito de fresco, incluso
chaparrones y charcos por la calle. Cualquier excusa es buena para volver a
hacer sopas.
Ayer y hoy han sonado en la radio viejas
canciones de Lou Reed, en muchas ocasiones he cocinado escuchando el Perfect
Day o Sweet Jane, durante años cerrábamos discotecas en Palma al ritmo del Walk
in the Wild Side. No he sido un reediano puro, no termino de disfrutar de su
mística del lado oscuro pero me gustaban sus canciones administradas en pequeñas
dosis, además me encantaba su aspecto de personaje de película de terror.
Supongo que incluso para Reed debía ser duro haberse convertido en una
caricatura de sí mismo y de lo que pudo significar. Convertido en icono dejaba
de ser peligroso.
Ayer y hoy he disfrutado casi más con las
versiones que se han hecho de sus canciones que con los originales.
Hoy, con los primeros frescos de verdad,
tocaba hacer sopa y buscar un recipiente a la altura de la receta, esta mañana
deambulado por la red he encontrado un cuadro de Frederic Bazille, un pintor
impresionista poco conocido, en el que se reproduce una porcelana, una sopera
de las de toda la vida. Bazille ha sido todo un descubrimiento que tendré que
seguir investigando.
La sopa de hoy es una sopa peculiar en la
que predomina el tomate, se llama Sopa Solferino, como la localidad italiana
del Véneto, en la frontera con Francia. A mediados del Siglo XIX franceses e
italianos guerrearon con el fin de fijar sus fronteras. Recuerdo de mi época de
estudiante las batallas de Magenta y Solferino.
La sopa solferino es una sopa de origen
sardo.
La receta se inicia rehogando en 100 gramos
de mantequilla un puerro picado fino y media cebolla, fuego suave y con un
chorrito de aceite.
Mientras se rehoga la verdura se pelan
cuatro tomates de tamaño medio, se despepitan y se pican. Se añaden al rehogado
de verdura subiendo un poco el fuego, hasta que el tomate se integre con el
resto de verduras.
Cuando se hayan cocinado las verduras se añade
poco a poco caldo de pollo hasta completar un litro de sopa, así como un ramito
de verduras (apio, laurel, perejil, romero), sal y pimienta. Cuando rompa a
hervir se tapa, se baja el fuego y se deja hirviendo durante media hora larga.
A media cocción se pasa el caldo por un
colador y se vuelve a poner en la cazuela, se retira el ramillete de verduras y
se añaden 200 gramos de bolitas de patatas – las bolitas se hacen con ayuda de
una cucharilla o con el instrumento que sirve para hacer las bolitas de melón,
una vez peladas. Es importante que las bolitas no sean muy grandes y que sirvan
para espesar un poco la sopa.
En el momento de servir se puede poner un
poco de perejil fresco picado.
Me encanta el cuadro y este Blog.
ResponderEliminarNo me gusta la sopa ni los guisos de cuchara, en general, pero ésta la haré para papis.
#dilecrack
LSC
Ya estoy en traje de noche después de cenar una triste sopa que nada tiene que ver con la que tu nos deleitas pero que ha cumplido su cometido porque nos ha entonado el cuerpo ya que también hemos disfrutado de un día bien fresco. Lou Reed nunca terminó de convencerme y me has descubierto a otro pintor que enseguida voy a bucear para ver su obra, no hay nada en la tele que me pueda entretener y voy a pasar el rato buscando sus pinturas. Jubi
ResponderEliminarMe encantan las sopas, y no conocía la Solferino. Me la copio!!!!
ResponderEliminarMari Carmen