Cerramos hoy la
tercera ronda de comidas de Can Cu/fa, casi ocho años de encuentros
gastronómicos que han ido mucho más allá de la excusa de sentarnos alrededor de
unos fogones. Hemos sido capaces de superar todas las adversidades, incluidos
los riesgos de las rutinas. Culminamos 15 encuentros entre comidas y cenas,
menús de lo más variado y divertido. Más de 150 platos y platillos de todo tipo
que nos han permitido disponer de un recetario muy amplio, casi tan variado
como las anécdotas, aventuras y desventuras que forman parte de mi educación
sentimental. No sólo he sumado recetas magistrales sino, sobre todo, buenos
amigos. Amigos especialmente generosos, todo corazón, todo talento.
En las dos últimas
convocatorias hemos cambiado las reglas del juego, ya no cocina a solas el
anfitrión, cada pareja ha de llevar sus preparaciones. Unos días antes
recibimos las instrucciones, no siempre sencillas de cumplir.
Esta vez teníamos
que llevar un entrante, un plato de fuerza y un postre, en pequeñas raciones,
para hacer una comida a base de tapas. Parecía una tarea asequible. Probaríamos
un total de 15 bocados.
Los wasaps previos
fueron complicando la encomienda, los platos debían vincularse a una película
y, además, teníamos que mandar un video unas horas antes explicando el porqué
de la elección.
No es fácil cocinar
en julio. Las semanas previas a las vacaciones son un caos organizativo, por lo
menos en las casas donde hay niños pequeños, el calor hace que algunas tareas
sean insoportables y, además, parece que nos encontremos en puertas del fin del
mundo, lo que nos obliga (absurdamente) a ponernos como objetivo tareas que, si
realmente fuera el fin del mundo, carecerían de sentido.
Todos los meses de
julio hago propósito de enmienda, me prometo a mí mismo que no sucumbiré a la
llamada del fin del mundo y, sin embargo, todos los meses de julio me sumerjo
irremisiblemente en el caos.
Costó arrancar,
nadie contestaba a la convocatoria por wasap, avanzaban los días y nadie
confirmaba su asistencia a la comida. Es imposible concentrarse cuando los
termómetros superan los 35º y todo son ideas o propuestas difusas, que no
terminan de cuajar.
Al final pensamos
que Almodóvar podría darnos un poco de luz. Parece imposible, pero en casi todas
las películas de Pedro Almodóvar sale alguien cocinando o comiendo algo. No
todos los directores de cine cuidan el aspecto gastronómico de sus propuestas,
pero Almodóvar desde sus primeras películas aprovecha para hacer referencia a
algún guiso, incluso lo cocinan sus protagonistas como un elemento más de la
trama.
Las propuestas
narrativas de Almodóvar son tan particulares, a veces tan extremas, que es
difícil caer en que todos sus guiones esconden alguna perla gastronómica. Nada
de recetas estrambóticas, nada de guisos creativos y rebuscados, todo lo
contrario, cuanto más radical y extraña es la trama de la película, cuanto más
desaforados son los personajes, la propuesta gastronómica es más tradicional,
juega como un contrapunto narrativo que funciona como una especie de ancla a la
realidad. Los personajes más estrafalarios de Almodóvar tienen la virtud de
preparar o comer platillos de los que prepararía mi abuela.
Con la excusa de
organizar la propuesta para can Cu/Fa, hemos revisado algunas de las películas
de Almodóvar, desde la primera (Pepi, Luci y Boom) hasta la más reciente (Dolor
y Gloria). Alguna de ellas puede que haya envejecido mal, pero todas tienen
algún destello, un instante luminoso.
Hay quien piensa
que Pedro Almodóvar es un director de vanguardia, un director arriesgado y
moderno. Puede ser, pero si se revisan las películas de Cukor, de Ophüls, de
Minelli, de Mankiewicz, de Sirk, al final descubres que su verdadera vocación
ha sido la de convertirse en un narrador clásico, un genio del melodrama.
Seguramente Vicente Minelli (a quien ahora nadie reivindica) hubiera filmado
muchas de las historias de Almodóvar de haber vivido en el tumultuoso fin del
siglo XX y el inquietante principio del siglo XXI. Ya casi nadie ve películas
viejas, ni tan siquiera se programan con normalidad en las filmotecas.
Es una paradoja que
en plena era de la comunicación, cuando nos aseguran que casi todo está en la
red, sea complicado conseguir ver Como un Torrente o Una Semana en Otra Ciudad
(las dos de Minelli) en la televisión, ni siquiera pagando. Por eso revisar las
películas de Almodóvar (que sí están casi todas en las plataformas) son una
bendición del cielo, no por lo que cuentan, sino por lo que recuerdan.
Preparar los platos
de can Cu/Fa para este domingo me ha permitido reconciliarme con Almodóvar, no
ha sido uno de mis cineastas preferidos aunque alguna película me haya
sorprendido o divertido, su mundo está muy alejado del mío y siempre hay un
punto que me distorsiona, pero siempre saco partido de sus propuestas, incluso
de las que han recibido peores críticas (soy de los pocos que me divertí con
Los Amantes Pasajeros).
Con Almodóvar como
excusa nos pusimos a pensar. No fue complicado elegir los platos, como
estábamos en pleno mes de julio era evidente que tocaba el gazpacho de las
Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios. De plato de fuerza descubrimos una
escena de Pepi, Luci, Boom y Otras Chicas del Montón en la que Carmen Maura
prepara de madrugada un bacalao al pil pil a Alaska, en medio de un diálogo
delirante. Para el postre, después de plantearnos diversas opciones, decidimos
que el Flan que vuelca Penélope Cruz en Volver era una baza segura.
Metidos en harina,
mi objetivo era cocinar los platos de modo lo más tradicional posible, pero
destacando algún ingrediente que pudiera jugar a la distorsión, un solo ingrediente
que le diera un giro al plato y que pudiera hacerlo inolvidable.
Para el gazpacho
tomé como referencia una vieja entrada del blog (https://undiletanteenlacocina.blogspot.com/2011/05/cap-xv-gazpacho-y-despecho.html)
en la que escribía y describía un gazpacho tradicional. El golpe de efecto era
cambiar la mitad de los tomates que lleva la receta (6 tomates de pera), por
unas picotas bien maduras (mi gazpacho llevaba 4 tomates de pera un 20 picotas
despepitadas). Por aquellos de mantener un punto manchego, le añadí una
cucharadita de semillas de comino. Para acompañar el gazpacho le puse de
guarnición unas cerezas congeladas (2 cerezas sin hueso, partidas por la mitad
y heladas), también una cucharada bien cremosa de burrata.
Para el bacalao al pil-pil
también tiré de fondo de armario (https://undiletanteenlacocina.blogspot.com/2016/10/cd-alegoria-de-la-virtud-perdida.html)
aunque cambié las cocochas por unos primorosos lomos de bacalao sin espinas que
compré en el mercado. Cambié las guindillas por un chile habanero cortado en
tiras muy finas que le dio mucha más intensidad al pil-pil. La receta no tiene
ningún secreto, pero guarda toda la magia de la cocina: 6 dientes de ajo
laminados, 4 lomos de bacalao, aceite de oliva de buena calidad y el habanero.
El secreto para trabar la salsa es no guisar mucho el bacalao y ligarlo cuando
el aceite esté templado.
Con el flan no tuve
dudas, acudí a la marquesa de Parabere (https://undiletanteenlacocina.blogspot.com/2012/05/capcxlii-lotofagos.html)
que tiene una receta de flan con tres huevos enteros y 7 yemas adicionales.
Reduje el azúcar casi a la mitad (ella propone añadir 300 gramos de azúcar, yo
me contenté con poco más de 150 gramos). Dejé infusionar durante 3 horas las
cortezas de limón y una vaina de vainilla de Madagascar que compré en el Ruiz y
que me entregaron como si fuera una esencia química, custodiada en un matraz de
cristal. Raspé bien el interior de la vaina de vainilla, sacando la pasta
parduzca y olorosa que me ha tenido todo el fin de semana con los dedos en
fragancia de vainilla.
Durante la semana
hemos entresacado las tres escenas de las tres películas elegidas. El método de
lo más pedestre, grabando directamente frente a la televisión.
Con ayuda de uno de
los niños hemos recreado en casa las tres escenas, con sus diálogos incluidos y
algo de atrezzo (he recuperado una camisa de flores que hacía 15 años que no me
ponía). Hemos hecho el montaje con la escena original y nuestra versión libre
(yo he hecho de Carmen Maura, de Lola Dueñas y de Angel de Andrés). Mandamos
los videos al anfitrión a las 12 de la mañana. Empaquetamos los platos en una
bolsa térmica y pusimos rumbo a la convocatoria, última escena de can Cu/Fa
3.0.
Cocinamos, comimos,
reímos y vimos llover mientras Federer y Djokovic ponían el punto épico en la
pista central del All England Club.
Nos queda a todos
el reto de la convocatoria del nuevo ciclo de can Cu/Fa. Nuevas propuestas y
emociones para la serie 4.0. Todo está por hacer, todo por descubrir.
Y de cuadro de
acompañamiento un Benjamín Palencia, pintor manchego, como Almodóvar. Como
Almodóvar, parece vanguardista, pero, en el fondo, es un artista tradicional.

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