sábado, 7 de enero de 2012

CAP.C.- Secuelas navideñas.

Un día como hoy, 7 de enero, era inevitable hacer referencia a las secuelas navideñas. La Real Academia de la Lengua al definir esta palabra la refiere como el trastorno o lesión que queda tras la curación de una enfermedad o traumatismo, y que es consecuencia de ellos.
Tenemos la suerte de que la lengua es muy juguetona y, en ocasiones, se presta a equívocos y contradicciones que pueden llegar a ser muy divertidas. La wikipedia da como única definición de secuela la de "cualquier novela, película u obra de ficción producida después de otra obra completa y que se desarrolla en un mismo "universo" pero en un tiempo posterior. Normalmente suele contener elementos de la obra original, como escenarios y personajes, aunque esto no siempre es así".
Nuestras navidades no dejan de ser una secuela desaforada de los acontecimientos que debieron suceder hace más de dos mil años; puede ser una perspectiva interesante la de concebir las navidades como una situación de ficción, como una sucesión de secuelas reproducidas a lo largo de dos mil once años, cada navidad sería una secuela de la anterior en la que se explotarían o exagerarían los elementos positivo y/o negativos de las anteriores.
El juego de las secuelas me recuerda una anécdota ocurrida hace muy pocos días que tiene que ver con los niños. En mi casa el mes de diciembre suele ser convulso y complejo ya que arranca con el cumpleaños de mi mujer y el santo de mi suegra - en plenos puentes de los que las nuevas tendencias pretenden amortizar -, sigue con el cumpleaños del niño pequeño y empalma con los festejos navideños clásicos del 24/25 y 26 (porque en Cataluña se celebra también San Esteban con una comida el día 26).
El 27 por la mañana, cuando se levantó uno de los niños, nos aseguraba que aquel día llegaban los Reyes Magos, para él lo importante es que terminara el jolgorio. El más pequeño - que acaba de cumplir tres años - se levanta todos los días con la misma rutina: Salta de la cama nada más ver un rayo de luz, engancha sus muñecos preferidos, pregunta si hay colegio ese día, cuando le respondes que no, te regala una sonrisa y pide que le pongamos los dibujos animados.
Hoy, sábado 7 de enero, los niños todavía no se han despertado (he cerrado herméticamente la persiana) y mucho me temo que cuando se levanten piensen que las navidades continuan, que el día 7 es una secuela - una continuación - de las fiestas anteriores.
Imagino que ni las familias más familiares serían capaces de organizar hoy un nuevo evento familiar, por lo tanto si el día 7 de enero fuera una secuela navideña - imaginemos que tras la visita de los Reyes en Belen se hubiera decidido hacer una recepción del cuerpo diplomático o de las autoridades locales -, lo razonable sería buscar un local para la celebración ya que el Portal debía estar patas arriba (como el salón de mi casa).
Si tuviera que localizar un local adecuado para un festejo como el de hoy - la secuela de la navidad - probablemente elegiría el París Bar Berlín de Martin Kippemberger, un pintor alemán con fama de gamberro.
Kippemberger murió en 1997, sin haber llegado a cumplir los 50 años, sin embargo su momento de gloria ante el gran público sucedió en octubre de 2011, cuando la limpiadora de un museo de Dortmund se cargó literalmente una de sus obras al desmontar y tirar varios de los elementos que la componían. La obra se titulaba "cuando empieza a gotear el techo" y la componían tablas viejas, unidas con clavos y una palangana de goma manchada de cal; estaba valorada en 800.000 euros. Riesgos del arte moderno.
No creo que el cuadro elegido para este Post corra el mismo riesgo ya que se trata de un lienzo clásico expuesto en la sala de exposiciones Saatchi. En un comedor tan cálido no creo que haya grandes riesgos para acudir con niños, siempre y cuando no les dé por toquetear los cuadros.
En la comida necesariamente debería haber un plato italiano ya que ha sido una referencia permanenete estas navidades. Los italianos son grandes maestros en venderse a si mismos, imaginemos que los gallegos hubieran sido igualmente diestros en esto del merchandising y que el mundo estuviera ahora lleno de establecimientos que vendieran empanadas gallegas con los rellenos más variados, que soñaran muñéiras en vez de tarantelas (aterrador. No ?).
Estos días navideños los he dedicado - entre otros menesteres - a ponerme al día en algunas lecturas gastronómicas, de entre las recetas más simples y, además, más sorprendentes que he leido se encuentra una para hacer gnocchis sacada del blog de Capel ( http://blogs.elpais.com/gastronotas-de-capel/2011/12/una-cena-italiana.html): " Se asan en el horno dos kilos de patatas viejas envueltas en papel Albal, se pelan en caliente y se trituran con un pasapurés. Cuando el puré esté casi frío se amasa con 200 gramos de harina fina. Cuanta menos harina y más brazo se aplique al amasado más esponjosa y delicada resulta la masa. Luego se cogen pellizcos y se convierten en rulos de un centímetro de diámetro que se cortan en piezas de 1,5 cm, más o menos".
Me llamó mucho la atención que para ligar la masa no se utilizara mantequilla, aceite, nata o cualquier otro elemento graso. Me atreví incluso a hacer un comentario al no encontrar referencia a estos ingredientes y en la respuesta recibida se me aseguró que la receta original era sin grasas añadidas y con las patatas asadas en vez de hervidas.
Días después, hurgando en internet, me encontré con una receta de Ugo Tognazzi de gnocchis al gorgonzola (como era una página web argentina hablaba de ñoquis de papas), en la que también se aseguraba que para hacer el gnocchi no era necesario usar ningún tipo de grasa. Con lo cual quedé convencido de que la receta debía ser así. Para la salsa Tognazzi "cincuenta gramos de queso gorgonzola cincuenta gramos de manteca medio vaso de crema de leche un puñado de pistachos 4 una gotita de brandy sal y pimienta, of course. Pelen los pistachos, colocándolos antes en un poco de agua tibia para ablandarlos. Aplástenlos en el mortero o píquenlos con el cuchillo. En una cacerolita, derritan a baño María el gorgonzola, que habrán cortado en trocitos, junto con la manteca, y mezclen con una cuchara de madera. Cuando todo esté derretido, agreguen la crema de leche y continúen revolviendo cinco minutos más. Antes de retirar del fuego, salen un poco, agreguen una gota de brandy y los pistachos picados. Viertan la salsa sobre los ñoquis calientes y agreguen pimienta recién molida".  (http://www.sisabianovenia.com/LoLeido/NoFiccion/TognazziGloton.htm).
 No podía faltar una referencia a Tognazzi en la entrada de hoy ya que mi hija mayor, que es un cielo muy bien asistido, me ha conseguido por reyes el libro original de Tognazzi: "Afrodita en la Cocina", un libro con más de 20 años que yo pensé que sería imposible encontrar.
Para una secuela navideña con familia no creo que sea muy conveniente tirar del recetario amoroso de Tognazzi, más que nada porque no habrá siesta y tendremos que llevar a los niños al cine así que ni tan siquiera hay que hojear el libro para evitar así los sugerentes dibujos de Guido Crepax (si el libro se editara hoy, ahogados por el neopuritanismo, los dibujos habrían sido todos censurados).
Para los niños los gnocchis con salsa de tomate, para los mayores este menú de secuela los gnocchis con gorgonzola y puestos a desvariar de segundo me animaría a tomar un cochinillo asado, deshuesado y prensado como lo hace Carles Gaig. De postre, para desagraviar a los gallegos, unas filloas. Con los cafés intercambiaríamos nuevos regalos y como se trata de crear nuevas tradiciones para esta secuela sólo se podrían regalar reproducciones de obras de arte - los bolsillos están muy perjudicados para originales -. A los niños les tocarían las reproducciones de los dibujos de Lassiter que exponían en el Museo de arte contemporáneo de Milán - compramos un señalalibros con MacMissil -, para los mayores postales de Cezanne - descubrimos una evocación de las cuatro estaciones muy sorprendente ya que parecían obra de un pintor neoclásico, no de Cezanne.
Si consiguiéramos repetir esta comida del 7 de enero durante varios cientos de años terminaríamos con convertirla en una nueva tradición que prolongaría un poco más la dulce moliente navideña.


3 comentarios:

  1. Me alegro te sorprendiera el libro de cocina, se la ilusión que ella sentía al haberlo conseguido. Los peques son incansables en eso de celebrar fiestas y los mayores deseamos terminen. Los gnocchis al gorgonzola muy apetecibles. Jubi

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  2. Estoy contigo en que al día 7 llegamos agotados, sobre todo si el 6 como en mi caso hemos sido 11 a comer y por la tarde se añade más familia para finalizar el día sobre las 11 de la noche. De todas formas me encanta, reunirnos los hermanos y los hijos.
    El cuadro me encanta, me lleva al comedor que hay entrando a la izquierda en el Set Portes.
    Pues hoy en mi casa también hemos hecho pasta, spaguetti frescos de huevo y de espinacas con salsa fungi, plato único

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  3. Siempre me ha encantado cómo utilizas la palabra gamberro. La asocio a tu vocabulario y me parece que cuando la usas es para evitar otra más sonora o para que los que te escuchamos o leemos terminemos de colorearla. Besos

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